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Opinión

¿Por qué crece el Barça?

2015-11-27 | Santi Nolla
SANTI NOLLA
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El FC Barcelona de Luis Enrique es diferente al de otros. Tiene sus características propias y ha ido creciendo desde el primer día. Es más vertical y ha subido un punto físico a sus condiciones básicas de posesión y control. Es un equipo bien gestionado con futbolistas excelentes, pero tiene sus claves propias.

Luis Enrique y su cuerpo técnico han sabido realizar bien las rotaciones, aunque en esta temporada han debido planificar su estrategia de preparación física teniendo en cuenta que en agosto ya se disputaban títulos y hay el Mundial de Clubs en diciembre. Las lesiones tampoco han podido permitir una gestión fácil, pero el entrenador sabe que tiene a dos futbolistas en la recámara: Aleix Vidal y Arda Turan para saltar en enero.

El cuerpo técnico también ha sabido arreglar desajustes.  En pretemporada y en el inicio de la Liga, el equipo encajaba demasiados goles. Lo han arreglado. Con una toque táctico, bajando unos metros a Busquets, que combina sus funciones de tercer central y de mediocentro distribuidor y de contención. Piqué ha mejorado la salida del balón y Alves también ha crecido. Alba, Mascherano y Mathieu han mantenido su buen tono. Pero el Barça defiende mejor porque realiza mejor la presión.

Presión
El mejor Barça siempre ha aflorado cuando ha ejercido bien la presión. No solo en el mediocampo sino también delante. Es imprescindible una buena preparación física para llevarla a cabo con eficacia. El Barça del Bernabéu fue un buen ejemplo y, ante la Roma, también.  La buena presión es siempre un concepto colectivo.  Ver a Messi, el mejor jugador del mundo, perseguir a un rival hasta el borde del área y hacerle allí una falta, que le costó tarjeta amarilla contra la Roma, define a la perfección en espíritu solidario de este equipo. Con la defensa en la línea del centro del campo, la presión de los blaugrana también es mayor. El peor año del Barça fue cuando retrocedió diez metros. Uno de los mejores jugadores de este equipo es Andrés Iniesta, un futbolista que, por ejemplo, ante el Real Madrid recuperó siete balones, los mismos que toda la delantera blanca.

Verticalidad
Este equipo ha ganado en verticalidad. El año pasado ya incorporó el contragolpe en su repertorio y en este ha sumado a la posesión y control, la mirada profunda hacia el área rival. Messi, Neymar y Suárez, el tridente, son tres jugadores que encaran a los rivales, que miran siempre cara a portería.  Y lo hacen con velocidad. Si la circulación de la pelota es rápida y el juego vertical, este Barça es muy intimidatorio. Ney también ha crecido. Se acerca a Messi en el sentido de que va poco a poco prescindiendo de los adornos que no son útiles. Es inevitable que un brasileño no tenga un sentido espectacular del fútbol. Lo llevan en la sangre. Pero de la misma forma que ha ganado confianza, también se ha olvidado de los regates inútiles en el mediocampo.

Jerarquía
Todo el mundo en el equipo acepta que Messi es el número uno y, el argentino, se lleva estupendamente, dentro y fuera del campo, con Suárez y Neymar. Esa es también una de las claves. En ese vestuario nadie discute a Leo, que se ha ganado el liderazgo natural del talento. No hay luchas de ego, porque ya está definida la jerarquía.

Y la mayoría de los jugadores de esta plantilla tienen un fuerte sentido colectivo del juego. Nadie va a ganar el partido solo. La victoria es una cuestión de combinación, de sumas de combinaciones, de agrupación, es el resultado de un esfuerzo solidario, no de las acciones individuales de futbolistas de impresionante talento. Estas siempre se producen, es evidente, pero el concepto del juego del Barça es ganar el encuentro, llevando el peso, con futbol de ataque  cada vez más vertical y controlando la posesión.

El Madrid del año pasado también era un equipo elogiado en extremo hasta el Mundialito. Después, en apenas dos meses, enero y febrero, perdió sus opciones porque Ancelotti no supo hacer rotar a sus mejores hombres. La euforia en futbol va por barrios, pero es cierto que este Barça sabe perfectamente que el camino del triunfo pasa antes por la humildad.

 

 

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