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Opinión

Vero Velázquez

Una experta del mundo Running, quien nos dará los mejores tips para correr y llevar un estilo de vida saludable.

Nueva York: una fiesta para corredores

2015-11-06 | Verónica Velázquez
VERóNICA VELáZQUEZ
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El domingo pasado se llevó a cabo la 45a edición del maratón más grande del mundo, el maratón de Nueva York. Se considera el más grande por el número de corredores que participan en él, ya que desde el año 2013 la cifra de finalistas superó los 50 mil.  

La primera vez que se realizó esta competencia fue en el año 1970 y a pesar de que había 127 corredores inscritos, fueron sólo 55 los que cruzaron la meta. Este maratón se ha celebrado anualmente desde entonces, excepto en el año 2012 que tuvo que ser suspendido debido al Huracán Sandy. En su primera edición, el recorrido de los 42.195 kilómetros se hacia dando varias vueltas dentro de Central Park y se calcula que ese año fueron sólo 100 espectadores los que animaron a los corredores. En 1976 fue el primer año en que la ruta se hizo cruzando los 5 barrios principales de la ciudad y debido al éxito de la carrera, la ruta que pretendía usarse por única ocasión, se quedó como oficial. Dos años más tarde, la corredora noruega Grete Waitz rompió el récord mundial femenil con un tiempo de 2h32m30s y eso hizo que el maratón se volviera aun más popular. A través de los años esta competencia creció en número de participantes y también en número de espectadores. Se estima que en las más recientes ediciones ha habido más de dos millones de personas apoyando a los corredores en las calles. Y en cuanto al número de participantes, hoy en día es tal la demanda, que los corredores que desean correr por Nueva York tienen que entran a un sorteo que otorga lugar a los 50 mil afortunados atletas de todas partes del mundo.

¿Imagina usted lo que significan 50 mil almas corriendo por 42.195 kilómetros en una ciudad? ¿La logística y planeación que eso requiere? ¿La cantidad de voluntarios, de elementos de seguridad, los litros de agua y las toneladas de fruta necesarias para
cuidar y abastecer a tanta gente?

El maratón de Nueva York fue mi primer maratón, en el año 2012. Fue una experiencia que me cambió la vida. Cuando cruzas la meta de un maratón te das cuenta que eres capaz de lograr cualquier cosa si te lo propones.

Los maratones son una fiesta, pero este en Nueva York es una fiesta muy especial. Una fiesta multicultural, con invitados de todas las edades, de todos los tamaños y de todos los colores. A algunos en su invitación les dijeron que era fiesta de disfraces, a otros que el código de vestimenta era poca ropa. Los anfitriones son increíbles, divertidos, animosos, te ofrecen bebida y comida todo el tiempo.

No recuerdo haber visto algo similar en ninguna carrera atlética. La organización es impecable, la movilización de las 50 mil personas a la isla donde comienza la carrera requiere de cientos de idas y venidas de un barco. Todo comienza a las 6 de la mañana, cuando los 50 mil corredores nos dirigimos al punto de salida a esperar el turno para arrancar.  

Primero salen los atletas elite, iniciando las mujeres. Después, en lapsos de 30 a 45 minutos, oleadas de corredores escuchan un nuevo disparo de salida y comienzan a correr. Esta es la única forma de organizar a tanta gente. Y funciona muy bien, la separación de salidas está muy bien planeada, de acuerdo a la velocidad de los corredores. Hay hasta 4 horas de separación entre la salida del primer corredor y el ultimo. Esto permite que cuando el ganador del maratón de Nueva York está cruzando la meta, la oleada de corredores más lentos va pasando por el kilómetro 5 de la carrera.

La espera es muy entretenida, hay cientos de banderas y el bullicio es una locura, todos los idiomas se mezclan, es una pequeña muestra de que habemos locos, bueno, corredores, en todas partes del mundo.  

El trayecto es inigualable, hay música latina, asiática, tambores africanos, mariachi, pop, pancartas, porristas, niños que pasan horas chocando la mano con los miles de corredores. Son 42.195 kilómetros para conocer la ciudad con otros ojos, con los pies. La llegada, cruzando las calles de Manhattan y entrando a Central Park, es el cierre perfecto.  

Si usted es corredor, le recomiendo que se inscriba a la lotería del próximo maratón de Nueva York y deje a la suerte si participará o no. Si no es corredor, hágalo también, para cuando se entere, tendrá tiempo para entrenar y le prometo que no se arrepentirá.  

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