Sobre la persistencia

El domingo pasado tuve la oportunidad de ser espectadora del maratón de Los Ángeles, una carrera con una ruta demandante que pone en duda la capacidad y fuerza mental hasta del maratonista más experimentado.

Y es que, aunque no lo corrí, fui testigo de tres historias de éxito de mis compañeros de equipo, que lograron resultados espectaculares en esta competencia, sin dejar de reconocer que fue una experiencia muy retadora. Y si un corredor bien preparado, al final del maratón dice “estuvo muy difícil”, imagínese cómo lo sentirían los que no iban tan bien entrenados.

Ha de saber usted que, aunque mi gusto por correr es meramente por ocio y relajación, el equipo al que pertenezco está lleno de gente disciplinada y competitiva, está lleno de puros ‘cracks’ como dicen por ahí. Es un grupo de corredores que buscan mejorar sus tiempos en cada competencia, que entrenan concienzudamente a las 5:30 am -casi- todos los días, que se toman en serio el entrenamiento, pero sobre todo, es un grupo de amigos que se apoya en las buenas y en las malas. Correr hace que se generen lazos muy fuertes, un compañerismo y espíritu de grupo especial, a pesar de que todos estemos practicando un deporte individual.

Lo que vi este fin de semana, me lo confirmó. Mis tres amigos corredores lo dieron todo, sus rostros mostraban el esfuerzo y el agotamiento total, pero cuando nos encontramos en el camino y sintieron el apoyo, sacaron una fuerza inesperada y apretaron aún más el paso para llegar a la meta.

Fui testigo del camino que recorrieron para llegar a este maratón, donde sortearon cada una de las dificultades en su entrenamiento: desde lesiones y compromisos laborales que no los dejaron entrenar al 100 por ciento, hasta resfriados de último minuto. Superando el nerviosismo que todo esto genera.

Pero sin importar los obstáculos, llegaron a la línea de salida y mostraron la valentía, disciplina y decisión, que sin duda, trajo recompensas. Cuando le digo que mi equipo es de puros corredores muy buenos, no lo digo en sentido figurado, mis tres amigos no sólo rompieron sus récords personales en este maratón tan complicado, sino que dos de ellos lograron tiempos clasificatorios al maratón de Boston.

Y eso, déjeme decirle, es privilegio de muy pocos. Los maratonistas que logran la clasificación a Boston tienen características muy específicas, que si bien podría parecer que son atribuibles a cualquier corredor, en realidad lo que los hace diferentes es el nivel de compromiso y persistencia con el que entrenan para lograr su meta. Créame, los corredores clasificados a Boston son literalmente, de otro nivel.

Es cierto que para correr un maratón se requiere de orden y constancia para entrenar, eso es general. Pero para cumplir con los requisitos que demanda el maratón de Boston y correr a la velocidad necesaria para clasificar, se necesita de planeación, autoexigencia inquebrantable en el entrenamiento, paciencia y tolerancia a la frustración, porque casi siempre requiere de muchos intentos.

Así que esta columna está dedicada a todos aquellos que gracias a su persistencia lograron ya un lugar para correr por las calles de Boston. ¡Felicidades, cracks!