Luis Castillo
La transición azulcrema
Felipe Morales
Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.
Felipe Morales Lun, 02/01/2021 - 12:54
La transición azulcrema

En el diccionario habita escondida la palabra “transición”.  Ni el América es lo que era, ni Santiago Solari es, aún, lo que puede ser. El americanista tiene que empezar a aprenderse ese concepto.

Las Águilas han sido. Y Solari será. ¿Juntos? Podrían ser. Pero hoy no, desde la ausencia de futbol, ante un Santos que confirmó que La Comarca es ‘La Casa del dolor ajeno’, en donde los tres puntos no se negocian. 

El empate, en todo caso, fue proporcional a lo entregado: a un partido muy de Liga MX, que no satisface, en términos de espectáculo. Un marcador empatado a un gol tiene mucho de apretón de manos. Ni tú ni yo. Ni me enojo, ni me haces enojar con lo resuelto. Tiene también algo de consuelo. Algo de mediocridad escondida en el puño apretado, dentro del bolsillo del pantalón.

Un tiempo para cada equipo pudo ser el pretexto para que el discurso sirva para paliar la decepción. Pero, aún así, no aparece el futbol. Y los técnicos no podrán reprocharle nada a nadie desde le esfuerzo, olvidando que los futbolistas no son corredores de 400 metros.

Y así, Leo Suárez, cobró un tiro libre que bajó como una hoja seca, enviada por el recuerdo de Didí; Acevedo, novel arquero, le metió los guantes a aquella pelota que se desinfló en el aire, cuando debió meterle los puños, como se le meten a un intruso en tu sala. Ante el rechace, Henry Martín cerró el 1-0 como se abre el refri en domingo buscando una botana. 

Todo lo demás fue lo de menos. Un futbol que podía dormir a un velador. Si el futbol es velocidad y precisión, lo visto en Torreón, entonces, fue otra cosa. 

Hasta que Santos hizo el gol del empate, tras un rechace errático de Óscar Jiménez, ante un centro rutinario. Muñoz la empujó, como se empuja la puerta del coche para dejárselo al valet parking antes de entrar a la fiesta.

De esa forma, el América sigue siendo la posibilidad de un equipo; un proyecto del deseo. Un futuro, que no es hoy.