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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Oribe y su gran tarjeta de despedida rumbo a JO

2016-07-25 | FELIPE MORALES
FELIPE MORALES
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Oribe Peralta es un ídolo con mitología que le echa un vistazo al futuro sentado en el sofá del pasado. Viaja en primera clase a Brasil y se despide del América con tres anotaciones. Si ya una vez ganó la medalla de Oro en unos Juegos Olímpicos, esta vez vuelve a ellos con el pasaporte que le abre la frontera de los goles...

Oribe es un viajero del gol que acumula millas en las porterías. Un delantero que a través del tiempo aprendió que la anotación no requiere escalas. Por eso tomó la pelota desde los once pasos e hizo de un disparo cruzado, una anotación con turbinas. Y alas. Fue un tiro que no se vio en el radar de un arquero sin pista. 

Oribe sigue volando alto. Si el cinturón de seguridad es la precaución, Peralta no lo utiliza, aunque haya turbulencia. O aunque el Toluca hubiera empatado a través de los pies de rehilete y de marioneta gambetera de Carlos Esquivel.

El América se ve en el espejo y reconoce en el reflejo a un equipo bien peinado. Lo sabe la estética de su futbol que viste de traje y corbata. Es, hasta ahora, eso. Un equipo formal. 

Por eso un tiro de esquina fue después un festejo acompañado de un salto y un puño apretado. Oribe había olido la sangre y confiado en sus instintos decidió anticiparse a los hechos. No hay nada que le duela más a un defensa central que un delantero le gane en la previsión de la jugada. Peralta había picado a primer poste, había rematado de cabeza con un giro de gobernador de los cielos y había mandado el balón a la red y ningún rojo se había enterado...

El Hermoso tenía la mente en los Olímpicos de Río y los pies en Santa Úrsula. Si desde Clausura 2012 no anotaba tres goles, era motivo suficiente para desbaratar tal anécdota, porque el presente reclama desafíos. 

Entonces, donde cualquier delantero hubiera aminorado el ritmo y hubiera resignado el esfuerzo, el '24' azulcrema encontró una respuesta sin pregunta. El arquero Centeno le puso moño a un balón que le botó y lo techó en el área. El gol no lo marcó Peralta. Lo anotó su tesón...

Oribe está siempre donde tiene que estar. No llega ni antes ni después a la cita con el balón. En agradecimiento a tanta puntualidad, a veces el futbol le regala goles como el obsequiado por el arquero escarlata. 

Fue una tarjeta de despedida. A partir de hoy, Oribe Peralta pilotea los sueños nacionales en Juegos Olímpicos. Otra vez.

 

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