Simona Halep se consagra como reina del tenis en Roland Garros
Era más una batalla contra ella misma que con su rival. Simona Halep, tenista número uno del mundo en el ránking de la WTA, necesitaba dar un golpe contundente sobre la mesa para callar a sus detractores y conquistar, por primera vez en su carrera, un título de Grand Slam.
En tres ocasiones anteriores había estado a un solo paso de lograrlo, pero distintas cuestiones la privaron de la gloria; la más dolorosa, sin duda, fue la Final de Roland Garros en 2017, cuando fue superada contra todo pronóstico por la letona de 21 años Jelena Ostapenko.
Por ello, la misma arcilla parisina debía ser testigo de su redención. Era la tercera ocasión que la cancha Philippe-Chatrier veía a la rumana en su intento por levantar el trofeo, esta vez en contra de la estadounidense Sloane Stephens, última campeona del US Open.
Halep, quien perdió las Finales de Roland Garros en 2014 y 2017, y la del Abierto de Australia de 2018, logró por fin su consagración tras venir de atrás en un complicado partido, para vencer 3-6, 6-4 y 6-1 a Stephens, décima en la clasificación del tenis femenil.
La nacida en Constanza, deseosa de demostrar que es una jugadora para grandes torneos, salió impetuosa en el primer rollo, pero lucía presionada, con ataques deficientes y errores a la defensa, otorgando muchos espacios para el contraataque de su oponente, quien supo aprovecharlos y la rompió para adelantarse en el marcador.
El inicio del segundo fue escabroso y parecía que la historia volvería a repetirse: cedió su servicio en el primer juego y Sloane defendió el suyo para ponerse 2-0 en el set. "Entonces me dije: 'Ya no hay nada que hacer. Relájate y disfruta del partido'", confesó Simona, quien a partir de ese momento supo eliminar a sus fantasmas de las derrotas pasadas.
Al borde del precipicio, Halep empezó a jugar con más temple, mostró su casta de número uno y consiguió nueve puntos de forma seguida para darle la vuelta al parcial. La ilusión de la afición rumana, mayoría en el recinto francés, renació al ver cómo su gran deportista empezaba a despertar hasta que se impuso para obligar la manga definitiva.
El envión anímico sobre Simona se notó de inmediato en el tercer set. Determinada a no volver a perder la oportunidad de conseguir un 'major' —y menos en Roland-Garros, torneo que tanto le fascina—, Halep se mostró intratable y ganó cinco juegos de manera consecutiva; Stephens intentó reaccionar y defendió su servicio para no irse en 'ceros', pero era demasiado tarde.
Otro saque contundente y la mejor jugadora sobre arcilla en la actualidad levantó las manos victoriosa. Con el rostro bañado en lágrimas de euforia, Simona escaló las gradas de la Philippe-Chatrier para agradecer a los suyos, se fundió en un enternecedor abrazo con su coach Daren Cahill y volvió a bajar para recibir su trofeo. La número uno, la reina, por fin tuvo en París su anhelada corona.
