Pura vida

Pura vida

Las esquinas pobladas de pasto silvestre, de ese espeso y rasposo césped que suele rozar  piernas ilusas que osan barrerse sin temor a las consecuencias, contrasta con el lodazal que domina varias zonas del centro de la cancha; ni hablar de las áreas, sitio donde el color verde simplemente es un viejo recuerdo, luego de que el intenso uso ha erosionado hasta los cimientos de la zona definitoria del futbol.

Así es como lucen la gran mayoría de las canchas amateurs del mundo y no podía ser la excepción en Costa Rica, más allá de la monumental vegetación que desborda al país, al final no hay lluvia, ni semilla que pueda contra la pasión de jugar al balón sin  jardineros ni cuidados especiales sobre el campo. 

Una cancha irregular del barrio de San Andrés en la ciudad de San Isidro de El General, fue el laboratorio experimental de un niño que jugaba de delantero, pero que todos querían de portero en su equipo. Keylor, desde los cuatro años, se lanzaba tras los balones enviados por su padre Freddy Navas, un moderado futbolista del Pérez Zeledón, casado con Sandra, una profesora de religión de la Escuela 12 de marzo. “No nos moríamos de hambre, pero teníamos muchas carencias, es la verdad”, comentó en Cadena Ser. 

Limpiar y montar los caballos de un cacique de la zona, jugar carreras con sus amigos del barrio, lanzar el trompo e ir a pescar con su abuelo Juan, eran los mejores momentos que la infancia le dejó marcados para siempre. De hecho, su abuelo fue el hombre que en gran parte le enseñó los valores de la vida, mientras sus padres apostaron durante una década por la aventura americana de conseguir un mejor porvenir para todos en los Estados Unidos. Keylor gozaba del cuidado y las aventuras con su abuelo en una camioneta Toyota Tercel 84, que varias veces los dejó en el camino porque los endebles bolsillos no tenían suficiente plata para el combustible. “Siempre dije que cuando tuviera algo de plata le compraría un auto nuevo a mi abuelo y, por suerte, un día pude cumplirlo”, contó con discreción al periodista español José Ramón de la Morena.   

El futbol a Keylor lo ayudó tanto que incluso fue becado por un colegio privado que vivía obsesionado con trascender a nivel nacional en los torneos infantiles y, por ende, no escatimaba en reclutar a los mejores talentos de la zona. Además eran tales sus condiciones que a él en el club Pedregoso no le cobraban los uniformes, y es más, el propio entrenador lo llevaba y lo traía todos los días con tal de que entrenara en su equipo. 

“Dormíamos en un cuarto de dos por dos, la gente quiere la gloria, pero no quiere conocer la historia, y la de Keylor fue bastante dura”, le dijo su tío Steven Gamboa, al diario La Nación. 

La baja estatura hizo que el Pérez Zeledón lo rechazara a los 13 años; sin embargo, a los 14, el gigante Saprissa se lo llevó a San José. “Me fui a la capital con todo lo que eso representaba. Dejé atrás a mi familia, me dieron un cuarto y de pronto tuve que empezar a hacer todo yo, desde cocinarme hasta lavarme la ropa. Me hicieron crecer de golpe y más de una vez pensé en volver a mi ciudad”. 

Sin embargo, la fuerza de querer ser pudo más que el latente fracaso que rondaba el entorno y que por momentos atormentaba sus noches. 

Fueron muchas lágrimas derramadas por el destierro voluntario en busca de un sueño las que finalmente premiaron su calidad y fuerza de voluntad al debutar a los 18 años en el primer equipo de ‘El Monstruo’.

Admirador de Léster Morgan, un habilidoso arquero del Herediano, que lamentablemente se suicidó a los 26 años de edad, luego de escribir en unas cartas de despedida su desesperación por no tener dinero para la manutención de sus hijos. Navas centró la mente en tratar de ser mejor que Morgan y en algún día superar a su otro referente, Gianluigi Buffon. 

Las impresionantes actuaciones del ya portero de selección hicieron que el radar y contactos de la leyenda costarricense de la portería, Gabelo Conejo, lo llevaran al Albacete de la Segunda de España, lugar donde el guardameta que deslumbró al mundo en Italia 90, triunfó con holgura. 

Navas figuró dentro de un equipo endeble que no pudo salvar la categoría; no obstante, sus despampanantes reflejos y tremenda valentía hicieron mella en la prensa ibérica, dándole estirpe de candidato a una mejor oportunidad. El Levante, un discreto equipo de Valencia, con horas buenas en Primera, lo ficharía para ser suplente del uruguayo Munúa. Las ansias por trascender y las nulas ocasiones de protagonismo le atosigaban la mente; debió comer más de año y medio banca hasta que varios compañeros suyos, entre ellos el portero charrúa, fueron inmiscuidos en un escándalo de arreglo de partidos, situación que denotó la chance que tanto había esperado. 

La velocidad en sus desplazamientos y la inmediata recuperación de hacer un lance tras otro lo catapultaron como el arquero más atajador de la Liga. Claro está que su defensa permitía demasiadas llegadas, pero Navas fue la figura de un club que terminó décimo de la tabla pero siendo el quinto arquero menos goleado del torneo. 

El Mundial de Brasil simplemente corroboró lo que en España y en Concacaf varios sabían, que el uno tico no salvaba pelotas, ganaba partidos. Fue por ello que el Real Madrid lo trajo para competir contra un símbolo blanco llamado Iker Casillas. “Vengo al Madrid cumpliendo un sueño. Voy a dar todo de mi para poder ganarme una oportunidad. Quiero aprender de Casillas” tiró en decenas de entrevistas. 

Con la experiencia en Levante, supo sobrellevar mejor su suplencia en Chamartín y fue cauto para poder aprovechar su oportunidad el día que ésta llegara. “Yo trabajo y dejo lo demás en manos de Dios, él dictaminará cuándo pasarán las cosas”. 

Un día lo impensado pasó, el mito merengue Iker Casillas se iba a Portugal y las llaves de una de las porterías más grandes del mundo las resguardaría Keylor. 

Dura y exigente es la grada y la prensa con los futbolistas del Real Madrid, se les pide todo siempre y sin titubeos, de lo contrario, el murmullo se apodera del ambiente y los nombres de geniales reemplazantes surgen al instante. Porque el Madrid es glamour, vitrina, un pedestal de oro para el triunfador, pero un cementerio para el timorato y débil. 

Cuestión de segundos en el mercado de fichajes dejaron sin camiseta blanca al estelar David de Gea, que desde Manchester sería el trueque por Navas que había tratado de cocinar la dirigencia de Navas. Todo se cayó. “Estaba en el aeropuerto sentado esperando, ya que cada cinco minutos cambiaban la versión de mi futuro.  Muchos decían que me tenía que ir y yo solo pedía más de tres partidos seguidos para demostrar mi nivel. Al final no fui a Manchester, lloré mucho esa noche y al otro día fui a entrenar, lo necesitaba.” describió para El Larguero, un hombre que estuvo junto a su familia esperando el permiso de despegue de un avión privado que el United había colocado en Barajas para llevarlo a su nuevo destino futbolístico. 

Fue un desdén fuerte, que el mundo del futbol profesional suele tener, el que vivió Keylor, el club que meses atrás lo había comprado aparentemente no le tenía mucha fe y pensaron en su adiós, el asunto es que un documento no llegó en tiempo y forma, provocando así que el costarricense tuviera más por destino que por gusto, su gran oportunidad bajo los postes del Bernabéu. 

Con ligeros errores, enormes atajadas y un respaldo brutal por parte del vestuario madridista, Navas ha sabido respetar la jerarquía de un marco que fue vigilado por próceres como Zamora, Miguel Ángel, García Remón, Buyo y el propio Iker, entre otros grandes de los guantes. 

Doble ganador de la Champions, en su país es considerado no solo el mejor en su posición, sino catalogado como el más importante portero en la historia de la Concacaf, tema sin duda que genera debate y polémica. Lo que no desarrolla ningún tipo de vacilación es la jerarquía, calidad y perseverancia que han hecho del tico una referencia a nivel internacional. Porque ser titular en el Madrid no cualquiera. Eso queda claro, y es que cuando Keylor, se pone serio, es pura contundencia, pura vida. Bien lo decía desde chamaco en medio de la selva: “Por diversión juego de delantero, cuando hay que hacer las cosas en serio, voy al arco”.

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