El bolsillo del futbolista

"Nunca toques eso. Lo defiende mejor que a la pelota". Esa frase se desprende de una de las pocas entrevistas que tuve ocasión de hacerle —a finales de los ochenta para el periódico Excélsior— a Don Francisco 'Panchito' Hernández, aquel extraordinario, inteligente y hábil directivo del América, que conocía la cancha, al jugador y al futbol como pocos en el mundo. "Si hay algo que el jugador no soporta es que te metas con su dinero".

Antonio Briseño, El Pollo, impetuoso defensa de las Chivas, ha hecho lo que cualquier trabajador haría: defender su salario. Yo, esperaba un poco más. Los tiempos indican una clara recesión económica. El mundo está detenido y confinado, enclaustrado para tratar de erradicar un virus que ha atemorizado a la especie humana. 

Es normal que todas las industrias, compañías, busquen soluciones pragmáticas. Una de ellas es el sacrificio que deberá hacer el empleado. Los ejemplos cunden desde los países y las Ligas de futbol más desarrolladas del planeta. En Alemania, los jugadores del Borussia Mönchengladbach han decidido rebajarse el salario. Lo mismo ocurre con algunos clubes en el futbol de Inglaterra y la situación, también se ha planteado como una alternativa en la Serie A de Italia. La propia FIFA habría alertado a los equipos de rebajar el 50 por ciento de los salarios en tanto dure la crisis por el Covid-19.

Entiendo la reacción inmediata del jugador de las Chivas y reconozco en Briseño a uno de esos pocos jugadores pensantes que ha luchado para forjarse una carrera basado más en el ímpetu y en la personalidad que en sus cualidades futbolísticas. Tiene todo el merito de una gran trayectoria. Por un lado, él esta haciendo lo que se espera de una persona, esposo, padre de familia, responsable: defender su paga. Y por el otro, quizá, ya es tiempo de esperar una reacción más acorde a lo que significa la profesión de un futbolista.

En México, como en varios países de Latinoamérica, el remedio sugerido u ofertado por las autoridades contra el virus —el confinamiento, la cuarentena— no resulta una elección saludable para la mayor parte de una población que vive al día y que si no sale a la calle, a la oficina, al trabajo diario no tendrá mañana el sustento para su familia. Esa es la parte de nuestra sociedad —la más grande— que se verá notoriamente afectada en esta situación.

Los futbolistas son seres privilegiados. Primero, porque hacen los que les gusta —jugar, divertirse— y les pagan bien, muy bien en algunos casos, por hacerlo. Algunos de ellos, los más beneficiados económicamente, podrían ya haberse levantado y ofrecer a su club, a su compañía, que aceptarían colaborar. Nadie lo ha hecho o yo no me he enterado de alguna situación como esa. ¿Por qué ocurre en Alemania, en Inglaterra o en Italia y no en México, cuando los salarios de nuestro futbol están cotizados entre los mejores del mundo?

En parte, el futbolista mexicano se ha vuelto a decepcionar. Sé muy bien que algunos de ustedes dirán: ¿por qué no lo haces tú? Para empezar, nosotros no llegamos a las cifras que plantean los sueldos de un futbolista en México y para terminar, les diré que en el momento en que la empresa para la que trabajo me plantee una situación extraordinaria, la escucharé y acataré con gusto entendiendo que, en los 'tiempos malos', hay que apretarse el cinturón.

El futbol está —lo advirtió temprano esta semana el presidente de FIFA, Gianni Infantino— ante una crisis de dimensiones históricas, como lo estarán gran parte de las industrias el día en que salgamos de esta precaria situación. Habrá que estar listos todos aquellos que 'comemos' de la industria.

Briseño hace lo que cualquier trabajador haría: defender su salario. Yo esperaba, quizá, que hiciera un poco más. Que defendiera su identidad e integridad como un futbolista responsable y consciente del mundo en el que vivimos hoy. Pero 'Panchito' tenía razón: "El bolsillo del futbolista. Nunca toques eso. Lo defiende mejor que la pelota".

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