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Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

El Tuca...

2019-05-24 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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No creo que hayamos dimensionado todavía su verdadero lugar en la historia del futbol mexicano. Algún día, los libros hablarán de un entrenador de mal carácter, obstinado, terco, de bigote, que mantuvo su filosofía durante muchos años y que dejó un legado -en futbolistas y en otros entrenadores- de una proporción invaluable.

Ricardo 'Tuca' Ferretti es una leyenda viviente del futbol mexicano. Sus propios detractores -le sobran, es normal, sobre todo cuando nunca dirigió al América- admiran asombrados sus números, su constancia, su estabilidad en un mundo y en una profesión que justamente ha navegado en el sentido contrario de la continuidad.

Ferretti se ha hecho eterno en su posición, ha cambiado las formas y los estilos de ver y administrar el juego en México. En un futbol donde a la menor crisis siempre se corta por el entrenador -dicen que es más fácil echar a uno que a once-, él ha significado un cambio rotundo. Los juegos, las temporadas, los años pasan y Ferretti sigue ahí, como desafiando la naturaleza misma de su profesión.

"Espero que no pase nunca...", me dice Miguel Ángel Garza, el presidente de Tigres. "Pero sé que algún día ocurrirá. Ese día, cuando él entre a esta oficina y me diga: 'Basta, no voy más...'. Ese día empezará realmente nuestro sufrimiento por encontrar a alguien que se parezca a él".

Ferretti se ha convertido ya en el entrenador con más juegos dirigidos en la historia del futbol mexicano, y el domingo podría igualar a Ignacio Trelles como el máximo ganador de títulos. ¿Hace falta agregar algo más? Yo diría que sí, que los buenos entrenadores no se miden en cifras, en campeonatos, en trofeos y, quizá, ni siquiera en triunfos. Los buenos entrenadores, aquellos que dejan de ser "entrenadores" para convertirse en "maestros", valen por lo que son capaces de transmitir. El Tuca ha impactado en la vida de muchos seres humanos, futbolistas a lo largo de las últimas tres décadas. ¿Qué aprendí, qué me dejó, cómo me cambio y en qué forma fui mejor después de conocerlo? La respuestas está en cada una de las generaciones a las que logró 'tocar' siendo un entrenador de futbol.

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Después de los días de Trelles, Cárdenas y Roca, hemos topado con los de Lapuente, La Volpe, Ferretti, Meza, Vucetich, Aguirre y hasta Miguel Herrera. Todos ellos han sembrado y han alimentado, a veces bien, a veces mal, una condición futbolística en México. Dos de ellos, sin duda, sobresalen ante el resto. Don Nacho, que sembró las raíces de los que somos hoy y después, luego el Tuca, que introdujo al futbol mexicano a los tiempos modernos.

"Jamás dirigiré al América", me dijo Ferretti en alguna ocasión durante una charla en Monterrey. Y enseguida, pregunté: ¿Por qué? Esboza una sonrisa reflejada en sus tupidos bigotes y me dijo: "Yo sé de dónde vengo y a qué me debo".

Puede a que partir de ahí y ante la polarización que vive este futbol -'amas' al América u 'odias'al Américase constituya la principal base de detractores que tiene el Tuca. Y debemos recordar también sus orígenes como director técnico, cómo a partir de aquel impactante zapatazo suyo, en el verano de 1991, los Pumas vencieron al América en Ciudad Universitaria al tiempo en que Ferretti decía adiós a las canchas y tomaba el puesto que Miguel Mejía Barón dejaba vacante para ir a Monterrey.

"Supe cómo irme como futbolista y también sabré cómo y cuándo irme como entrenador", me confiesa. "Y es simple: el día en que no sienta más pasión por esto, cuando me cueste levantarme e ir a la cancha a dar instrucciones, ese día iré a la oficina del presidente y le diré 'gracias y que les vaya bien'".

Nadie sabe si ese momento está cerca o lejos. Esperemos que aún permanezca a buena distancia. La realidad es que hoy tenemos a una leyenda viviente del futbol mexicano, un entrenador de esta época y de muchas otras épocas, que ha dejado una huella en generaciones y generaciones de futbolistas y entrenadores, un tipo sencillo -aunque conduce un Ferrari rojo por San Pedro-, un personaje mal encarado -aunque tenga tiempo para bromas-, un tipo de bigote que grita y regaña -aunque también se ríe- un Tuca como el que no habrá otro en la historia del futbol mexicano y que transformó los usos y costumbres de su profesión.

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