Jugadas de la semana

Me cuesta trabajo describir el sentimiento que me provoca ver jugar a Roger Federer, sobre todo en Wimbledon, pero lo voy a intentar: creo que es la mezcla de la perfección, de la elegancia, de la blancura de la historia, del mayor protagonista en su magna obra de teatro.

La Semifinal disputada ayer me recordó aquella Final del 2008, me teletransporté 11 años atrás, recordé lo que viví, lo que sufrí, los sentimientos cambiantes, las suspensiones por lluvia, los flashes de las cámaras que cada vez eran más notorios porque caía la noche en el All England Tennis Club, la premiación a media luz. Pero este viernes terminé extasiado de felicidad.

Roger Federer es, en mi humilde opinión, el mejor deportista de la historia, su elegancia y perfección dentro y fuera de las canchas es difícil de describir y valorar. Hacer lo que sigue haciendo a sus casi 38 años es desafiar cualquier lógica, sigue dominando -junto con Rafael Nadal y Novak Djokovic- el circuito de la ATP, pese a que los tres ya superan los 30 años de edad.

Semana a semana, torneo a torneo, el 'Big3' sigue cosechando récords, logros, trofeos, admiración.

No me gustan las comparaciones, pero la rivalidad de Federer y Nadal se me asemeja a la de Messi contra Cristiano, uno nacido con un don, con una habilidad fuera de este mundo, que con sólo ser él mismo y dar su máximo le alcanza para la gloria, la cual a veces es más fuerte físicamente que mentalmente. El otro ha tenido que trabajar toda su vida, olvidarse de los placeres, ser dedicado en cuerpo y alma a mejorar y con una mentalidad inquebrantable que lo ha llevado hasta la cima. Ustedes saben quién es quién.

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La competencia entre Roger y Rafa es, sin duda alguna, la mayor rivalidad en deportes individuales de la historia, pese a que entre ellos ha habido menos partidos que entre Federer y Djokovic y se han encontrado menos veces en torneos grandes. El suizo y el español son únicos, mucho gracias a aquella memorable Final en 2008.

De hecho, creo que somos extremadamente afortunados de estar viviendo en la época de los tres mejores tenistas de la historia. Claro, ha habido grandes nombres: Pete Sampras, Jimmy Connors, John McEnroe, Guillermo Vilas, Rod Laver y un largo etcétera, pero el nivel y la barra que dejarán este trío de monstruos cuando se retiren, me parece, será inalcanzable, al menos en lo que nos queda de vida.

El domingo Roger Federer buscará su noveno trofeo de Wimbledon en su décimo segunda Final; buscará vengar las dos derrotas en juegos titulares que le propinó Djokovic en 2014 y 2015.

Su récord individual ante el serbio es negativo, en la superficie y en enfrentamientos en general, pero Roger puede ganar, es el patio de su casa, es su jardín, es en donde se ha convertido en el mejor tenista de todos los tiempos.

Hoy no habrá pick para el partido, el corazón me gana y nunca hay que apostar con el corazón, Djokovic es favorito para ganar la Final (-200); Federer (+150) hace tiempo que no es favorito por encima de los otros dos gigantes, y aun así, les sigue dando batalla a sus 37 años.

Que sea un encuentro memorable y que gane el mejor.