opinion.blog.luis-garcia.chivas-emocional
Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Chivas, emocional

2019-08-27 | Luis García
LUIS GARCíA
Comparte en:
Contenido Patrocinado

Cada ocasión que me toca venir a una transmisión de futbol a Guadalajara realmente disfruto, la ciudad me encanta, la hospitalidad de su gente es deliciosa, gozo su comida, su clima, y de lo verde que es la metrópoli, tienen parques por doquier. Lo anterior aunado al gran grupo que tenemos en Azteca Deportes, reímos sin parar durante y fuera de la transmisión.

Jalisco es un glorioso estado futbolero, desde que bajas del avión se siente la extensa y profunda historia que tiene esta entidad con la pelota, y las Chivas son parte esencial de ese colorido mosaico que tiene que ver con el futbol profesional.

El domingo perdieron ante Necaxa, hilvanando su segundo tropiezo de forma consecutiva en la Liga MX, y se situaron en las inmediaciones de un estado de emergencia.

Las Chivas son un club mimado por el público, y no me refiero a su afición, en general se suele ser compasivo con una organización que tiene por estandarte jugar con mexicanos, no sé a qué se deba, pero los juicios hacia la institución rojiblanco son más suaves en comparación con otros clubes de la misma prosapia.

El actual club Guadalajara está descompensado, apela demasiado a las emociones, está abrazado a la vehemencia por encima de todo. Cualquier situación, mala o buena en el campo, es maximizada desde el corazón y no desde la cabeza. Todo es muy emocional, hay un confuso desborde de sensaciones que les impide racionalizar.

Te recuerdo querido César Luis Menotti cuando nos dirigiste en la Selección Nacional, uno de tus principales preceptos era que primero pensáramos y luego corriéramos. Bueno, pues en las Chivas es a la inversa, todos corren, y nadie pone pausa. Voy a personalizar el palpable desequilibrio que existe entre la razón y el deseo, y que durante el partido ante Necaxa quedó de manifiesto.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: PHILIPPE COUTINHO, ESPURIO 

Tú, Isaac Brizuela, te la pasaste pegando brutales corretizas por el costado derecho, intentado resolver el galimatías en solitario; tú, Jesús Molina, perdiste mucho tiempo en innecesarios reclamos buscando educar a la autoridad; tú, Alan Pulido, bajaste a buscar la pelota a la altura de tus medios de contención arrancando a muchos metros de tu real zona de influencia.

Tú, Michael Pérez, hiciste múltiples piques hacia adelante, colocándote como un artificial medio creativo, cosa que no eres y jugaste de espalda a la portería rival la mayor parte del juego; tú, Antonio Briseño, volviste a priorizar la efusividad; la tarjeta amarilla que te sacaron fue una muestra de ello, olvidándote de orientar para prevenir jugadas en urgencia dada la privilegiada demarcación en la que juegas.

Tú, Oswaldo Alanís, pretendiste lidiar peleas dándole primordial importancia al contacto físico, perdiste la mayoría, el primer gol del Necaxa ejecutado magistralmente por Salas, fue el perfecto ejemplo de tu infructuosa propuesta de lucha cuerpo a cuerpo. Tú, Miguel Ángel Ponce, perdiste el pulso ante Delgado, pasaste mucho tiempo en el piso y te tiraste un par de tristes clavados intentando engañar al árbitro de inexistentes faltas.

Tú, Antonio Rodríguez, sigues empeñado en manotear, vociferar y emocionarte sin control cuando la posición que ostentas requiere de frialdad y concentración, todos en el estadio sabíamos que Gallegos le pegaría de volea, aun así tu reacción fue tardía, tanto que la pelota entró por la mitad de la portería, volviste a ser cómplice de un pirulo rival.

Los que pueden equilibrar tanta emoción son los pensantes del equipo, y no les sobran, empezando por ti, Tomás Boy, te conozco y sé que tu modus vivendi es la calidad, no el sudor ni el músculo, aun así te percibo más cercano a lo segundo.

Pasó con los jugadores que están obligados a matizar y pensar; tú, Javier López, penosamente saliste temprano por lesión, antes de tu caída tampoco es que estuvieras siendo el magistral director de orquesta, pero por lo menos existía una esperanza de lucidez.

Tú, Oribe Peralta, a la pelota la ves y la hueles muy pocas veces durante el partido, no te la hacen llegar con la frecuencia y comodidad que se necesita para volverte un racional contrapeso. Tú, Dieter Villalpando, entraste hasta la lesión de tu compañero Pérez, se tardaron mucho en aventarte al ruedo, más allá de tu anotación, te convertiste en un buen socio y en un buen canal de la mejoría rojiblanca durante el último tramo del duelo.

Y por último tú, Alan Cervantes, entraste de recambio en un momento agrio, y si bien tu rendimiento no fue tan estable, tuviste altas y pasajes sumamente agradables, te montaste a la ascendente tendencia del final, te liberaste y terminaste jugando de manera linda y eficaz.

Incluso, en la grada de tan hermoso estadio se siente mucha emotividad, su gente, y mucho más la barra que se sitúa detrás de una de las porterías, canta sin parar, anima sin el menor empacho en las buenas y en las malas, más en estas últimas, no ceja en intentar contagiar a sus futbolistas, es un cúmulo de emociones de las cuales resulta complejo abstraerse.

Pero estoy cierto que en la cancha y en el banquillo deben pugnar por un equilibrio entre el corazón y el cerebro, entiendo perfectamente que no se puede ni se debe jugar a la pelota sin pasión, sin locura, y sin fiereza, pero tampoco se puede jugar a la pelota prescindiendo de cacumen, de inteligencia, de sentido, de pausa, y de intuición.

La enorme y rica historia del Guadalajara, llena de títulos, victorias y alegrías ha estado fincada mucho más en el talento que en las ganas, es momento de reencauzar el actual método.

Contenido Patrocinado