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Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

Noche de Champions

2019-06-04 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
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España hace siglos intentó en varias oportunidades invadir la isla británica con el fin de llevar su modo de vida y, sobre todo, sus creencias religiosas a aquella gélida y brava porción de tierra; el temible mar Celta y el indescifrable Canal de la Mancha hicieron que los intentos fracasaran sonoramente.

Años después, y en otro contexto totalmente diferente al del credo, la guerra y los intentos de conquista, Madrid se vio inundada un fin de semana entero por una masa británica incuantificable, desbordada y que rozó el incontrol y la anarquía.

El mercado mundial de venta de boletos especuló tanto con los dos equipos que llegarían al Metropolitano y ante la desmedida pasión y urgencia de los ingleses por adquirir un boleto para entrar al nuevo campo del Atlético, sin importar el precio de la localidad, que decenas de cientos de personas con paquetes completamente garantizados se quedaron sin nada cuando las agencias recibieron por parte del máximo tenedor de boletos a nivel internacional la devolución de su dinero más una penalización económica adicional que para el afectado simplemente sonaba a chiste barato porque la ilusión por entrar a la Final de Europa se había dilucido dramáticamente ya en tierras españolas.

Fue mucha gente la que sufrió el desborde de libras esterlinas a disposición de un ticket y muy pocos los que en un día se volvieron aún más millonarios con su empresa de especulación al mando de las órdenes. Todo un sistema a veces inentendible que termina por liquidar a los países con menos boletos adquiridos para la justa. Una locura.

Mientras en el Wanda habían 60 mil ingleses, por todo Madrid, sin boletos, por los menos hubo otra cantidad similar que solamente hizo el viaje a España para sentirse más cerca de su club y emborracharse por noches consecutivas sin importar si quiera el resultado que pudiera surgir. El asunto se trataba de una fiesta interminable bajo cualquier circunstancia.

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Cuando el partido arrancó, pocos sabían o entendían lo que veían, únicamente se dejaban llevar por la masa relativamente sobria. Así hasta que el choque más importante del torneo se fue cayendo a pedazos a pesar de los intentos incesantes en el segundo tiempo que hizo el cuadro de Londres por tratar de mantenerse vivo en el juego.

Al final, Jürgen Klopp rompió su malaria de Finales, Liverpool se sigue consagrando como un cuadro netamente copero y el Tottenham quién sabe cuándo volverá a una instancia de este tipo.

Así, la dama rubia que invadió el terreno ha hecho más famosa a su persona, así como la de su novio, y muchos aficionados, varios de ellos mexicanos, vuelven a casa como victimas de un sistema encarnizado que no se tienta el corazón cuando de plata se trata.

Por eso, algunos lo tomamos con filosofía y aprovechamos el viaje para disfrutar de la capital española, mientras tratábamos de colarnos por alguna ventana para ver el juego que terminó siendo soporífero para la mayoría. Una noche de Champions atípica.

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