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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Clásico Nacional: Paupérrimo

2019-03-19 | Luis García
LUIS GARCíA
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Cualquier enfrentamiento de cualquier deporte que se considere Clásico genera ansiedad, por naturaleza cuando dirimes un Clásico sales sumamente raspado, no importa el marcador, en los Clásicos como en la vida se gana y se pierde con suma frecuencia, lo que resulta imperdonable es atravesarlos sin desgaste, sin inmutarse, eso le sucedió a ambos clubes, tanto al América como al Guadalajara.

Por obvias razones, América fue el menos culpable de la bazofia, no recuerdo en la época contemporánea que el América se haya paseado, se haya regodeado con tal facilidad en un duelo de esta envergadura, siendo lo más triste y desesperante que fueron dos veces en un lapso de días. Los uniformes de los jugadores de los de Coapa estoy cierto que terminando el par de partidos los pudieron haber guardado sin lavar porque no los sudaron.

Los futbolistas de amarillo incluso sonreían por la sencillez con la que resolvieron lo que supuestamente tendrían que haber sido dos colosales batallas, y terminaron siendo dos insulsos y anecdóticos duelos. El América con una versión mundana, humana, sin llegar a la mitad incluso de su potencial, ganó con autoridad, fueron una agrupación adulta que abusó de otra agrupación vestida de rojiblanco que lucieron como un desorganizado jardín de niños.

Mal haría el América en creérsela, sin duda, saldrá fortalecido, agrandado y redondo por el par de justos triunfos, pero estoy cierto que serán los primeros en analizar y saber que no tuvieron oponente, que el rival decidió ausentarse tanto en el Estadio Azteca como en el Estadio Akron.

Si bien las Chivas en los últimos minutos del cruce el sábado por la noche tuvieron algunas oportunidades de gol, pero fue porque el papá: en este caso el América, le permitió al hijo: en este caso el Guadalajara, juguetear al gato y al ratón, nada más, decir que cayeron como grandes José Cardozo es una grosera mentira, y de paso hasta cruel.

El América posee un plantel plagado de grandes futbolistas, siguen sin ser una armónica orquesta, pero qué importa, tienen individualidades que resuelven severos galimatías como si estuvieran haciendo una tarea de matemáticas en primaria.

Tú, Nicolás Castillo, eres un perfecto ejemplo de lo anterior, eres una bestia, un delantero descomunal, tú no metes goles, tú aplastas con tus anotaciones, no tienes compasión de nada ni de nadie, al minuto tres te aventaste de la tercera cuerda como un luchador, volaste dejando tirado a Jair Pereira y escribiste parte de la historia final, al minuto tres carajo, increíble.

El Guadalajara se confundió en forma y fondo desde el duelo de la Copa MX, en el cual fue una cofradía timorata, temerosa y perdió desde que la pelota rodó en la grama del mítico Estadio Azteca. Eso los condicionó para el partido de la Liga MX, no tenían margen de error y como ley de Murphy, se equivocaron en todas las decisiones.

Para mí la más, el haberte sacado Alexis Vega, claramente estabas inquieto, nervioso, descontrolado, pero también eras el único que se había rebelado al dominio americanista, hiciste un par de piques al fondo de la cancha, un par de pases con gran sentido e incluso te cometieron un penalti que no se juzgó.

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Tú, José Cardozo, te fuiste por la fácil, lo sacaste creyendo que se quedarían con diez, a tu plantel no le sobra calidad, al revés, están muy justos en ese importante tópico como para que te des lujos innecesarios, máxime cuando a quien metiste fue a Luis Madrigal, futbolista que en cuanto a rodaje y minutos jugados está sensiblemente por detrás de Rolando Cisneros.

Siguiente yerro, fatal por tu importancia, tu expulsión Jesús Molina, irrefutable, el pisotón que le propinaste a Guido Rodríguez fue el colofón del concierto de patadas que diste desde el inicio del juego, eres el alma del equipo, tu estirpe, sangre y raza para jugar es elemental para la subsistencia del Guadalajara, por ende, descontrolarte lo tienes prohibido, y lo hiciste.

Y como mala broma, tu lesión Alan Pulido fue el penúltimo clavo en el ataúd rojiblanco, en este instante fue observar a dos ejércitos en el campo de batalla, pero uno de los ejércitos empezó a dispararse entre sí, mientras que el otro disfrutaba del dantesco espectáculo y reía por la extraña situación sabedora que ganaría la guerra sin pelearla.

Y por si al aquelarre rojiblanco le faltara algo, inició el segundo tiempo en una especie de tensa calma, hasta que tú, Andrés Ibargüen, decidiste realizar una diagonal de afuera hacia dentro, con pasmosa facilidad dejaste a José Carlos Van Rankin fuera de sitio, y tiraste a gol, la pelota salió de tus botines con escasa velocidad y por en medio de la portería, siendo tu torpe y lerda reacción Raúl Gudiño lo peor de toda la jugada que pareció se desarrolló en cámara lenta, aquí se acabó la fiesta, ahora sí, el último clavo al ataúd.

Todo mal para el Guadalajara, todos se equivocaron en momentos cruciales, malas decisiones dentro y fuera de la cancha que terminaron por hundirlos sin remedio. Del otro lado, el América libró la batalla, mejor dicho, el par de batallas, sin acongojarse, sin el menor sufrimiento, aspecto imperdonable para su oponente.

Los Clásicos los puedes perder y ganar, así es el futbol, y así es la vida, los Clásicos dejan huella, dejan cicatrices, de los Clásicos te recuperas después de varios días, en los Clásicos pierdes el aliento, pues bien, gracias al blandengue Guadalajara, el América no se llevó ni un pequeño raspón, y reitero, culpa absoluta de las Chivas no de las Águilas, que sencillamente devoraron a su rudimentario contrario.

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