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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Concierto

2017-02-14 | Luis García
LUIS GARCíA
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1. Guadalajara

Normalmente la producción de Azteca Deportes nos suele avisar con una semana y media de antelación qué partido nos tocará cubrir. 

Esta dinámica me recuerda la fabulosa película de Rudy, cuando cada semana el coach ponía en la puerta del vestidor la lista de los convocados al partido de futbol americano, y este incipiente jugador era el primero en llegar a revisar si había sido requerido para ser parte activa del equipo.    

Pues bien, nuestro rol es algo similar nada más que nos lo mandan por correo, y así me enteré que estaría en el cruce de Atlas versus Chivas. Cuando vi mi nombre esbocé una ligera sonrisa, me emocioné. 

De forma casi inmediata me remití a los gratos momentos que viví persiguiendo la pelota en esos juegos. La memoria se me detonó y me llevó con claridad a los días previos a tan memorables Clásicos. 

Más allá de que tuve la enorme fortuna de meter tres pirulos en uno de los enfrentamientos que más me sacudió el alma, me quedo con la deliciosa ansiedad que me provocaban los días previos a jugar un Clásico Tapatío.   

El sábado cuando llegué al fastuoso Estadio Jalisco confirmé mi sentir del ayer, y qué decir cuando ambas aficiones empezaron a competir mediante gritos, cánticos y bailes por la supremacía de la tribuna.  

Sencillamente fue una gozada, una canija maravilla ser testigo de la desbordada pasión y la loca energía que cimbró cada cimiento de tan glorioso inmueble. Todas las sensaciones arriba descritas se elevaron aún más por la pletórica puesta en escena del Guadalajara, sobre todo durante la primera parte.   

Cada uno de los intérpretes rojiblancos de la obra, tanto los actores principales como los de reparto, rozaron el máximo de su potencial. Funcionaron como una perfecta compañía teatral que no tuvo el menor empacho en exhibir sus artísticas virtudes. 

Fueron un brutal aluvión que maltrató sin respiro a su oponente, al cual arrastraron sin piedad ni reparo. Chivas manifestó una superioridad inclemente, incluso fue cruel con su desarticulado rival que no atinó medianamente a tomar medidas para paliar el sufrimiento. 

Las escasas ideas del Atlas para reagruparse y reajustar hicieron que durante largos lapsos del duelo estuviéramos viendo a equipos de distintas categorías. Tus gritos y ademanes, Matías Almeyda, al ver el estado de indefensión de tu antagonista instaban a los tuyos a seguir siendo verticales, profundos y letales. 

Y así lo entendieron sobre todo dos futbolistas rojiblancos que destacaron sobre el gran rendimiento de la mayoría. Tú, Orbelín Pineda, fuiste el primero en regodearte y extender tus tentáculos para hacerte del balón, te diste cuenta que por dentro del campo podrías jugar libre, decidiste empezar a acelerar hacia el frente con y sin la pelota. 

Izaste la bandera y señalaste el camino por el cual tu equipo empezaría la cruzada que terminaría con justo éxito. Aprovechaste con suma brillantez la generosidad en el sacrificio de tus cuates José Juan Vázquez y Rodolfo Pizarro, con quienes siempre estableciste superioridad numérica en medio campo. Te diste un festín de esos que terminan irremediablemente en empacho, incluso tuviste premio al anotar el segundo de los tuyos. 

El otro grandioso estilete fuiste tú, Javier López. La cantidad de veces que arrastraste la pelota más de cuarenta o cincuenta metros fue absurda. Parecía que estabas en un entrenamiento en donde el ejercicio consistía en que encararas sin descanso a la última línea del Atlas. 

Y cuando por fin después de múltiples metros galopando sin restricción aparecía una ligera barricada, decidiste quitarte a tus rivales de encima con tal sencillez que daba la impresión de que estabas en un videojuego.  

Aunado a estas largas corretizas con cabeza levantada y el balón atado a tu pie izquierdo, nos regalaste deliciosas pinceladas cuando te dedicaste a asistir a varios de tus compañeros. Tiraste varios inexplicables pases para habilitar a tu gente de cara al portero argentino Ustari, y escribo inexplicables asistencias, porque entraban por resquicios que sólo atinas a encontrar tú.  

Otros dignos y emblemáticos embajadores de la contundente y arrojada filosofía de las Chivas fueron y son ustedes dos, Jair Pereira y Oswaldo Alanís. La manera como achicaron la cancha durante la mayor parte del tiempo fue gozoso; no cualquier defensor se atreve a caminar hacia adelante para juntar líneas, siendo lo importante que no cualquier defensor sabe caminar hacia adelante, y ambos dieron una fabulosa lección de cómo se anticipa a los delanteros rivales.   

El proyecto de las Chivas bajo tu amparo, Matías Almeyda, va creciendo y se va confeccionando con soltura, gracia y eficacia. Has logrado una sana competencia interna, todos tus jugadores entienden que el puesto titular es alcanzable, y aparte de vez en vez, introduces correctas rotaciones que te permiten ligereza de piernas en tus futbolistas. 

Sin importar filiaciones, la obra de arte que montó durante el primer tiempo el Guadalajara durante el Clásico Tapatío son de esas espléndidas exposiciones que estamos obligados a disfrutar y a recordar.

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