Real Madrid: imperial

Da la impresión que cuando existe armonía en la Casa Blanca, la pelota es sumamente feliz. Hoy el Madrid es más que nunca soberano, no sólo gana, atropella sin la menor misericordia. Es un zar impoluto que hizo ver a su acérrimo rival como una vetusta marioneta, incluso tú, Gerard Piqué, no tuviste el menor empacho en reconocer que en la actualidad tu Barcelona es inferior a los blancos.

En el seno del Real Madrid resulta complejo mantener templanza, su prosapia y grandeza de manera natural los coloca con frecuencia en turbulencias, algunas reales, otras ficticias, pero es más normal que transiten con alteraciones, es más, parece que las necesitan para regalarnos su mejor versión.

El último episodio de serenidad previo al que se vive hoy fue cuando estuviste tú Carlo Ancelotti, hombre fino, calmo y pensante, que maniataste las vastas heridas que dejó tu antecesor. Le regresaste el balón y el protagonismo a los jugadores, y cobijaste a Zinedine Zidane, fuiste su mentor, sabedor que era una extensión de tus mayúsculas ideas y elegantes formas.

Cuando tú, Zinedine Zidane, llegaste al timón del trasatlántico que significa el Real Madrid, lo hiciste intempestivamente, tu proyecto, Rafael Benítez, se estaba cayendo a pedazos, y tú Florentino Pérez, con tu característica astucia y brutal arrojo, buscaste un salvoconducto, un personaje que no fuera criticado por su extraordinario pasado blanco como futbolista.

Y como suele suceder cuando tú Florentino tomas decisiones, se tornó en un sueño místico, y en un vendaval de títulos. Tú Zinedine Zidane ya alcanzaste en coronas al prócer Vicente del Bosque, siete conquistas en un exiguo lapso de tiempo, sencillamente es una locura de festividad.

Y lo has gestionado desde la sensatez, la clase y la categoría, nunca desde el equivocado podio de los reflectores, tus futbolistas son lo más importante y cada vez que puedes lo haces público, y lo haces sin que sea una falsa propaganda o artificial pose, lo crees y así se los haces saber.

La calidad de tu plantel es monumental y bárbara, pero ha habido una tercia de evoluciones, de esas que dan escalofríos de lo explosivas. Y éstas han venido de tu mano y por tu inteligencia para darles cabida, darles minutos y hacerlos sentir medulares dentro de una camada de estrellas rutilantes.

El primero eres tú, Francisco Román Alarcón ‘Isco’, cuando tu compañero Gareth Bale se volvió a lesionar, apareciste con implacable voracidad y liberaste tu talento sin reparo, fuiste uno de los guías y artífices de los grandiosos éxitos locales e internacionales del pasado reciente, hiciste del balón un cómplice y lo consentiste haciendo arte, eficaz arte.

El segundo de este irreverente tridente eres tú, Lucas Vázquez, eres un fantástico extremo, tu habilidad para la asistencia es plausible en todo sentido, posees inaudita brillantez para ser un confiable socio de tus compañeros en ofensiva, no te inmuta ser asistente, máxime porque eres un artista asistiendo, utilizas perfectamente los espacios que las figuras como Bale, Cristiano y Benzema te dejan en la última zona y los maximizas de forma bestial.

Y el tercer meteórico ascenso e inclusión ha sido la tuya, Marco Asensio, eres un mágico mediocampista con cercano vínculo con el gol, ya probaste las bondades de la selección española absoluta con poca participación, siendo en la selección Sub 21 en donde tu rendimiento ha sido notable. Insisto, conseguir que estos hombres, uno con mayor rodaje que los otros dos, tengan cabida en un once que roza el firmamento no es un tema menor ni sencillo.

Se necesita de una fineza, convencimiento, y a la vez bravura para irlos consolidando, sin lastimar un ápice ni su autoestima, ni un vestidor que vive abrazado a las exigencias máximas y que no permite a tipos blandengues en el mismo. Pues bien, tú Zinedine Zidane lo has logrado, y lo has logrado con tal dulzura que no se ha notado, tu delicadeza para hacerles un importante sitio es otra de tus innumerables potestades para la gestión deportiva.

Hoy la pelota le pertenece al Real Madrid, la ha moldeado enteramente a su gusto, con sus rasgos, con su genética ganadora, la ha hecho completamente blanca, y por el momento en el horizonte no se observa a nadie que le pueda cambiar el color.