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Sentimiento centenario

Columna invitada de Miguel Layún
Columna invitada de Miguel Layún | RECORD
Lee la columna invitada del exjugador del América, Miguel Layún
2016-10-12 | Miguel Layún
cg.cruz
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Éste es un año especial, un año donde nosotros conmemoramos el Centenario de un club que durante su historia ha sabido cautivarnos; una historia que se ha escrito por hombres que alguna vez soñaron con cambiar su mundo y que se atrevieron a ir por lo más grande, por la gloria.

Me considero un afortunado de poder haber vestido la camiseta del equipo que me hizo sentir el futbol de manera distinta. Recuerdo muy bien aquel diciembre de 2009, cuando recibí la llamada de mi representante para decirme que había interés por parte del América para que volviera a México. Desde que recibí la llamada, mi corazón no dejó de acelerarse.

La emoción de pensar que podría ser parte del Club América no tenía fin. Sin dudarlo, empaqué mis cosas y cuando quedó todo resuelto, viajé para México. El día de la presentación estuve lleno de nervios, llegaba a un equipo con jugadores de la jerarquía de Pável, Cabañas, Ochoa, Vicente Sánchez, Valenzuela, entre muchos otros. Eran jugadores que admiraba por su trayectoria y desde ese momento me convertía yo en uno de ellos.

La vida en un club tan mediático, sin duda, no fue fácil, ustedes saben lo que fueron los primeros años para mí. Doy gracias a Dios por haberlo vivido, me hizo aprender muchas cosas, a valorar y madurar más rápido de lo que pensaba. Durante esos primeros dos años pude aprender de grandes jugadores y grandes técnicos como Chucho Ramírez y Manolo Lapuente, gente que tiene un gran conocimiento de esto.

Después vinieron cosas increíbles y mis mejores años en el equipo. Me reencontré con un técnico que me ayudó a retomar la confianza: Miguel Herrera. Con él comencé a escribir una historia distinta en mi carrera con América, logré demostrarme que podía competir con los mejores y recuperé esa confianza que necesitaba. Conseguimos ese campeonato que quedará siempre en mi memoria, donde la vida me dio la oportunidad de cambiar todo con un penal y los 30 segundos más largos de mi vida.

Después con Mohamed pude vivir un sueño: ser capitán. Es uno de los orgullos más grandes que cualquiera puede tener. Agradezco la confianza y sobretodo haber podido cargar el título que hoy nos permite ser el equipo más ganador.

Podría platicarles mil historias, cosas positivas y momentos inolvidables, pero estoy seguro que esos ustedes los pueden ver con facilidad. Hoy prefiero darle los últimos renglones a lo que más aprecio de este club.

Gracias Club América por enseñarme que nadie tiene la verdad absoluta. Enseñarme que cuando la gente te quiere ver derrumbado, uno siempre tiene que encontrar fuerzas para sobreponerse y demostrar que están equivocados. Por reafirmarme que la grandeza no radica en el exterior, sino en lo que hay dentro de nosotros. Por ayudarme a pensar en mucha gente, gente que ni si quiera conozco, pero que comparte conmigo un mismo amor.

Por enseñarme a valorar una crítica constructiva al igual que un halago. Por demostrarme que se puede volar aún teniendo los pies en la tierra. Pero sobre todo, por enseñarme que las historias pueden ser escritas por nosotros, que podemos darle un giro a nuestro destino y que la vida te puede dar desenlaces dignos de una película de Hollywood.

Por último quiero agradecerle a muchas personas con las que compartí mis primeros cinco años: Dr. Vázquez, Mota, ‘Pichichi’, ‘Teme’, ‘Pechos’, don Rafa, las señoras de limpieza, las secretarias, los empleados del club, jardineros (perdón por los que me faltan), en fin. Gracias por darnos lo mejor de ustedes para permitirnos tener todo lo que necesitamos. Gracias a Bauer y a Ordiales por haber creído en mí. Peláez y Romano por la confianza de seguir. Gracias a la gente que no creía en mí porque ustedes me hicieron enfocarme en demostrarles que estaban equivocados. Gracias aún más a quienes siempre creyeron en mí y me animaron en todo momento. Y sobre todo GRACIAS a la familia Azcárraga por darnos un equipo que representa más que sólo eso, porque nos recuerda que el futbol es una pasión.