El coraje en todo deportista es tan importante como saber mantener la calma a la hora de cualquier encuentro incómodo con el rival. Mi padre siempre me ha hablado de la importancia de la aptitud y la actitud en cualquier rol de la vida, en especial el laboral.
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Es igual en el deporte y en este caso el futbol, el problema son los impulsos y la pasión con la que nos hacemos propio cualquier grito, malas caras, insultos y por supuesto un golpe, de esos que duelen o que calan en el orgullo.
En el futbol femenil pasa igual, aunque sin la intencionalidad de llevar un arranque a los puños y manotazos, es raro que pase, pero las actitudes agresivas sí las hay. Al final son de carne y hueso y con arranques emocionales, como todas y todos.
El fin de semana nos tocó ver a la mediocampista Nayeli Rangel de las Amazonas de la UANL perder la cabeza en una jugada ofensiva, que con la velocidad y la barrera que hace la defensa Eleisa Santos del Puebla termina cayendo en el área, casi como haciendo una maroma.
Su reacción fue al siguiente segundo de ir a empujar a la jugadora con el 32 en la playera y, para su mala suerte, el árbitro estaba a unos cuantos metros y no dudó en amonestarla.
Rangel tuvo que ser tranquilizada por sus compañeras, pero parecía que quería pelea. Yo diría: ¿cuál pelea? No hubo ningún tipo de contacto directo, ni mucho menos mala leche para detenerla frente a la portería, lo que “pudo” ser una jugada de peligro, pero que ni siquiera terminó en tomar forma.
Nayeli no es de las jugadoras más complicadas o conflictivas, ni mucho menos, pero sí con mucho coraje para defender el balón a toda costa y con los años, ha ido sabiendo pulir su colmillo y provocar jugadas que le favorecen a su equipo.
Justo en el Torneo pasado Apertura 2024, en los dos partidos de Semifinal contra el América, terminó por ganarse el odio de la afición azulcrema. No solo se encendió contra Okeke que lo tomó personal y no dejó de marcarla y presionarla, ganándose una ovación del estadio en favor de Okeke, bueno, si no le salía humo por la nariz, es porque hubiera sido una gran escena, pero más se hubiera enojado.
Después, en el partido de Vuelta, le tocó para mala suerte hacer un mal movimiento de brazos y terminó dándole un codazo en la nariz a Priscila da Silva dejándola fuera del juego.
Ahora, previo a esa jugada desafortunada, ambas estuvieron en pelea y hay videos en donde Rangel le hace señas para provocarla aún más.
Nayeli tiene eso, la aptitud en la cancha que la hace una gran jugadora, incluso una de las mejores en México, pero que su actitud a veces no es la mejor.
Se engancha, las encara, pelea, pone el cuerpo, se defiende, tiene un gran tiro, genera jugadas de gol y jugadas peligrosas.
Y en este recuerdo de sus jugadas, se me viene a la mente en la Summer Cup frente a Kansas en donde termina dándole un codazo a la árbitra con un balón de por medio y después yendo a quitarle de las manos a la rival el balón para un saque de banda, en su desesperación de ir perdiendo.
Nayeli es muy buena jugadora, y tiene muy buena suerte de no haber sido expulsada en muchas jugadas durante toda su carrera, pero claro, también ha tenido mala suerte con las lesiones.
En fin, como mujeres en el campo ni siquiera nos debería de pasar por la mente empujar al rival, insisto, ¿para qué? ¿Para jalarle los cabellos? ¿Cachetearla? ¿Un puñetazo? Entiendo el coraje y el enojo revueltos con la pasión y la calentura del momento, yo estuve allí, pero también creo que la violencia no suma, sino que perjudica y la otra es que, siendo mujeres jugando al futbol, tampoco nos obliga a comportarnos como si fuéramos hombres.
Cabeza fría Nayeli.