Cada otoño, los mercados de México se tiñen de un vibrante tono naranja que anuncia una de las tradiciones más queridas del país: el Día de Muertos. Entre veladoras, papel picado y calaveritas, la flor de cempasúchil se convierte en protagonista indiscutible, no solo por su belleza, sino por su profundo significado espiritual.

La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) recuerda que el nombre cempasúchil proviene del náhuatl cempohualxochitl, que significa “veinte flores”. Esta planta representa el sol, la vida y la esperanza, y su color intenso simboliza la luz que guía a las almas de regreso a su hogar. “Su color amarillo intenso simboliza al sol, considerado el origen de todo lo creado, y su aroma permite a las almas reconocer el camino de regreso a casa”, destaca la dependencia.
El camino de luz para los difuntos
Desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios de México colocaban pétalos de cempasúchil para marcar el sendero que seguirían las almas en su visita al mundo terrenal. Se creía que su aroma y su color servían de guía espiritual durante la celebración dedicada a los muertos. Esta costumbre se fusionó con las tradiciones católicas traídas por los españoles, dando origen al Día de Muertos tal como lo conocemos hoy.

La flor también simboliza la conexión entre el sol y el ciclo de la vida. Su tonalidad dorada se asocia con el calor y la energía del astro que alimenta la tierra, mientras que sus múltiples pétalos representan la continuidad, el renacimiento y la eternidad. En las ofrendas, su presencia no solo alegra, sino que recuerda a los vivos la importancia de honrar a quienes ya partieron.
Orgullo nacional y sustento económico
Más allá de su carga simbólica, el cempasúchil es también una fuente de trabajo y orgullo para miles de familias mexicanas. La SADER informó que durante 2024 se cultivaron más de 3 mil hectáreas de esta flor en estados como Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, San Luis Potosí y el Estado de México, donde su producción genera ingresos y preserva tradiciones agrícolas heredadas por generaciones.

Los productores comienzan el cultivo meses antes del Día de Muertos, y durante octubre, las flores alcanzan su punto máximo de floración. En esos días, el país entero se llena de su inconfundible aroma, marcando el inicio de una temporada que une lo espiritual con lo terrenal.
Además, el cempasúchil no se limita a los altares. Sus pétalos también se utilizan en infusiones, tintes naturales y hasta productos cosméticos, gracias a sus propiedades antioxidantes y su alto contenido de carotenoides. Es una flor versátil que, más allá de su simbolismo, representa una parte viva del patrimonio natural de México.
En cada pétalo del cempasúchil florece una historia de amor, memoria y respeto. Es la flor que ilumina el camino de los muertos, pero también el corazón de los vivos. Porque en México, la muerte no se teme… se celebra con color, aroma y tradición.





