Jurassic World Rebirth, la séptima entrega de la franquicia de dinosaurios más famosa del cine, llegó con la promesa de renovar la emoción de la saga, pero terminó dejando mucho que desear.
A pesar de contar con figuras como Scarlett Johansson y Jonathan Bailey, la cinta ha sido criticada por su falta de tensión, clichés repetidos y por no atreverse a ofrecer algo verdaderamente nuevo.
La historia gira en torno a Zora Bennett (Johansson), una mercenaria contratada por una farmacéutica para recuperar ADN de dinosaurios, pero es la subtrama de una familia común —encabezada por Reuben (Manuel García-Rulfo)— la que realmente atrapa al espectador. Cuando un mosasaurio ataca su barco, la acción se intensifica de forma más efectiva que en la misión de los protagonistas.
Familia común, tensión real
El suspenso es más palpable con los personajes secundarios: dos hermanas, un novio incómodo y un padre que sólo quiere sobrevivir en la isla. En cambio, las escenas de acción que involucran a las grandes estrellas parecen predecibles. Como dice la crítica: "¿Qué probabilidades hay de que Scarlett Johansson sea devorada por un dinosaurio?".
Además, el director Gareth Edwards (Rogue One) falla al generar peligro real: ni los rugidos más feroces ni los acantilados con caídas de último segundo logran generar la adrenalina que sí supo provocar Spielberg hace más de 30 años.
Entre el homenaje y la repetición
El filme intenta rendir homenaje a la entrega original con música, planos de manadas en libertad y momentos de asombro... pero eso solo sirve como recordatorio de lo insuperable que fue Jurassic Park (1993). El mismo Edwards reconoció que Spielberg estuvo involucrado como asesor, pero la dirección final no tiene el impacto ni la magia de entonces.
Con monstruos gigantes como el titanosaurio, el quetzalcoatlus y el ya mencionado mosasaurio, el espectáculo visual está garantizado, pero falta alma. Falta riesgo. Falta sorpresa.
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