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Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

El último de los brasileños

2016-08-25 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
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Fue una noche tétrica que como protagonistas tuvo una ruta escueta de dos carriles y el pavimento resbaladizo debido a la incesante llovizna que caía. Para colmo, un auto que venía de frente invadió el lado contrario del camino por donde transitaba a exceso de velocidad Neymar Santos, quien maniobró como pudo para salir del trayecto evitando la inminente volcadura, pero chocando de forma violenta contra la maleza en dirección al puerto paulista de Santos. En ese vehículo lo acompañaba su esposa Nadine, quién viajaba en los asientos traseros con su pequeño de cuatro meses, Neymar Jr. 

Tras el brutal impacto, Neymar padre quedó prensado a la altura de las costillas y a punto de la inconsciencia, mientras que Nadine se golpeó contra el techo y el cristal lateral, por ello cuando pudo darse cuenta de lo que había pasado, notó que su hijo no estaba más. Drama, gritos, desesperación, se pensó lo peor y se sufrió como nunca antes. 

Dentro de la aterradora bruma, los rescatistas llegaron a la escena y sacaron a los heridos del auto, las plegarias a los rescatistas eran para que buscaran a su hijo, cuando la esperanza se agotaba, surgió entre los escombros un soldado con Neymar Jr. en brazos; había quedado abajo del asiento del copiloto, pero nunca se asustó, no emitió ruido alguno y espero. Se había consumado un milagro. 

“Venía en quinta velocidad, sólo pude quitarme del camino, cuando buscamos a Neymar no lo encontramos, hasta que llegó el militar con mi hijo, únicamente tenía un pequeño corte en la frente debido a una astilla”, le contó el jefe de la familia a Rede Globo. 

Después de semejante suceso, el menor de los Santos fue sobreprotegido, tanto, que salía a la calle sólo lo necesario, por ello en su casa aprovechaba para jugar lo más posible con la pelota futbol, deporte que aprendió de su progenitor. 

Sin saberlo, Neymar Jr. perfeccionó su técnica en la sala y comedor de su hogar. “Yo esquivaba sillones, mesas, sillas, todo tipo de muebles. Tiraba la bola por encima de una silla y la trataba de controlar con una pierna y luego con la otra devolviéndola a la pared, repitiendo sin parar el ejercicio. Después buscaba desde cualquier distancia meter el balón entre las patas de una silla”, relató para Esporte Espectacular.

Las hazañas técnicas creadas afuera de la cocina las ponía en acción en el futbol de sala, donde las bicicletas, docenas de ellas, los sombreros, los tacos, los auto pases y hasta las lambrettas, deleitaban a todo tipo de público y eso que apenas rebasaba los 10 años. 

La gente del club Santos no esperó más, le dio un histórico y anormal contrato, era tan bueno, que le pagaban a su padre literalmente para que lo llevara a los entrenamientos, es decir, el tema estaba sobre papel, pero hasta antes de que Neymar fuera mayor de edad, podrían irse de Santos sin importar la palabra o los compromiso firmados.

A los 13 años el Real Madrid lo registró; sin embargo, luego de unas semanas en España, su padre decidió volver a Brasil porque no veía feliz a su hijo, lejos de sus afectos familiares y amistades. 

Las autoridades locales hicieron una excepción y cuando todavía tenía 17 años le ofrecieron contrato profesional y el debut en Primera División. Su irrupción fue tan descomunal que sus números dentro del club únicamente eran rebasados por los de Pelé. Ante la ausencia de Ronaldo, el efímero despunte de Robinho, los esporádicos chispazos de Kaká y el inminente eclipse de Ronaldinho, los regates y magia de Neymar Jr. jalaron todos los reflectores. En poco tiempo se convirtió en una deidad para los torcedores y un intocable para el llamado Peixe. 

Tanto así que escandalizó al país el día que ofendió a su entrenador Dorival y al capitán del equipo, Edú Dracena. Faltaban siete minutos para terminar el juego ante Atlético Goianiense, ganaban 3-2 y una falta sobre el chamaco santista fue decretada penal. El técnico decidió que Marcel lanzara el disparo, ya que Neymar había fallado tres penales en seis intentos durante la campaña, buscó protegerlo, pero el atacante no lo sintió así y se volvió ingobernable. Insultó al que se le cruzó de frente, no celebró el gol obtenido por su compañero y dedicó los últimos minutos a desperdiciar jugadas por lujos excesivos.

René Simoes, aquel hombre que llevó a Jamaica a un Mundial, era el DT visitante y salió en defensa de su colega Dorival. “Llevo mucho trabajando con jóvenes en mi carrera y jamás vi a nadie tan mal educado deportivamente como este muchacho. Se debe poner un correctivo antes de que sea tarde, porque este chico Neymar, hoy no es una figura, es un prospecto y si dejamos que siga con estas actitudes vamos a crear un monstruo”, lanzó al término del juego. 

Dorival fue destituido una semana después porque hizo público su deseo de castigar a Neymar, la dirigencia no quiso saber nada al respecto y hecho al entrenador luego de que éste había obtenido 65 por ciento de los puntos disputados. Neymar Jr. era intocable. 

“Aquella noche llegué a casa y mi mamá llorando, me dijo que estaba decepcionada de mí, que yo era el hijo que ella crio, que esas actitudes no correspondían. Lloramos ambos, me sentí culpable y aquel penoso episodio me ayudó mucho a madurar”, recordó en Lance. 

Santos no podía sostener la sola nómina de su joya, el jugador mejor pagado del continente, por ello 20 marcas patrocinadoras se montaron al club con el único objetivo de recolectar dinero, tanta era la necesidad de la entidad deportiva, que optaron por terminar con el equipo femenil de sala. “Si la gente quiere más títulos, sin oler a quiebra debemos reducir costos; la nómina se encareció demasiado y en dado caso de seguir haciendo ajustes pronto habrá endeudamiento, crisis y esto olería a descenso de categoría”, dijo en su momento el Presidente del Santos, Luis Alvaro de Oliveira Ribeiro. 

Ya habían rechazado una jugosa oferta del Chelsea, ellos, Neymar Jr., Neymar padre y el club paulista, buscaban a los dos peces grandes. Real Madrid y Barcelona. 

Cuando todo apuntaba a que seguiría de blanco pero al pie de La Castellana, terminó de blaugrana firmando por una suma irregular que nunca fue la que en verdad se dijo. 

“Siempre soñé con jugar al lado de Messi. No fui al Madrid porque mi experiencia a los 13 años me hizo ver que antes del dinero está la felicidad y en aquel entonces no fui feliz lejos de mis amigos y familia”, le dijo a Sport Week. 

En la ciudad condal, el cuadro catalán le quitó de tajo la capa de superhéroe y lo hizo sacrificarse y madurar de golpe mientras observaba a las estrellas generadas en La Masía. Fuera de decepcionarse, el brasileño aceptó su rol, dejó los tintes decorativos excesivos fuera de su repertorio y se dedicó a trabajar por el bien común y no el individual.  

Sabía que el tiempo le otorgaría mejores scripts en la novela escrita por Luis Enrique y así fue, Messi lo arropó igual que como Ronaldinho lo hizo en su momento con el 10 argentino; a ellos se sumó la descomunal presencia goleadora de Suárez y la historia se cuenta sola.

Además hoy, Neymar Jr. es el máximo referente del futbol pentacampeón del mundo. Sus últimas presentaciones con la Selección olímpica le dieron la vuelta al planeta y le devolvieron la confianza, así como el estatus a nivel local. Aquel rodillazo de Zúñiga en la Copa Mundial que estuvo a un centímetro de ser fatal para el crack brasileño y las decepcionantes actuaciones del Scratch mayor, apuntaban a que si la apuesta del 10 verdemarelha por jugar los JO de Río no entregaba el inédito oro a la delegación, su vida sería un infierno por lo menos de forma mediática.

Quizá por ello no quiso más el gafete de capitán y Tite deberá buscar un nuevo portador. “Fue un orgullo tenerlo, pero dejo a que venga un jugador con más experiencia para que lo tenga”, lanzó con la presea dorada inflándole el pecho. 

Millones creen que cuando el dominio de Cristiano y Messi termine, será Neymar jr, quien porte el báculo, pero mientras esto pasa, el brasileño, esta versión sazonada y adulta de aquel chico que salvó la vida cuando todavía no entendía nada de la misma, intentará seguir disfrutando del balón, porque al final de cuentas la sangre llama y en la espalda tiene la enorme responsabilidad de seguir protegiendo a aquellos que le dieron gloria y esencia a la imponente camiseta con cinco estrellas en el corazón, porque él es el último de los brasileños.

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