Chivas, contra todo... y por todo

El muchas veces olvidado y degradado futbolista mexicano ha mostrado que puede y debe competir por la gloria máxima. 

En una época donde la mayor parte -por no decir todos- de los clubes han desechado al futbolista mexicano a segundo o a tercer plano, el arribo de Chivas a las Semifinales y la idea latente de un ‘doblete’ debe ser un  motivo de alegría y satisfacción para el futbol mexicano.   

No se trata de colores o de sabores. No se trata de sentimientos o de pasiones. Es futbol y es un equipo que, dependiendo de sus fuerzas básicas o saliendo con la chequera en la mano a buscar refuerzos, compite en la cancha con talento mexicano. Lo hace, insisto, en tiempos donde, amparados en el reglamento y muchas veces en su voracidad para los negocios, los clubes han decidido que los jugadores extranjeros, -o mejor dicho los no nacidos en México- deben ser la base de su estructura futbolística. El jugador mexicano apenas y existe para ellos.   

Pero no sólo está el hecho de que son mexicanos, también existe la firme realidad de lo que vemos y sentimos: Chivas ha sido capaz de jugar mejor que nadie al futbol en el torneo. Lo hizo el fin de semana, mientras eliminaba al Atlas y se encaminaba a las Semifinales. No lo ha podido hacer con la regularidad necesaria y por momentos se atora en temas tan decisivos como la contundencia frente a la portería contraria, pero compite y para fortuna de sus millones de seguidores y para infortunio de sus otros millones de detractores, está cerca de un acontecimiento histórico: ganar todo lo que ha tenido por delante. 

El triunfo del domingo ante el Atlas fue mucho más importante de lo que todo mundo supone. No sólo fue la primera victoria de Matías Almeyda en Liguilla, también fue una muestra de que este Guadalajara, a diferencia de lo que ha mostrado en la última época, puede ser un equipo equilibrado y que controle sus emociones en los momentos más determinantes del juego. 

Orbelín Pineda consiguió un gol  justo antes de que finalizara la primera mitad ante un Atlas que terminó comportándose como lo que es, un ‘equipo pequeño’ en la cancha. Y luego, cuando otro equipo, seguramente, saldría a conservar el marcador, Guadalajara salió a atacar y aunque no consiguió propiamente los goles, terminó acariciando las redes de la portería contraria una y otra vez.     

Fue un tema de ambición lo que separó a un cuadro del otro en el llamado Clásico Tapatío. Y al final, cuando quedaba poco tiempo, Chivas empleó la ‘sangre fría’. Controló el balón, fue detallista en recuperar los rebotes, adelantarse y tocar con precisión. Y así se llevó, con justicia, el boleto para las Semifinales.   

El camino aún es largo y sinuoso para las Chivas, pero este equipo ha mostrado que con ausencias o sin ellas e incluso con problemas de definición, es un equipo que compite y que difícilmente pierde la compostura en las situaciones más delicadas de una eliminatoria.   

Es favorito para eliminar al Toluca y luego tendría que jugar una Final muy dura ante Tigres o Tijuana, pero Chivas puede y debe aspirar a la gloria máxima. Ha confiado en el futbolista mexicano, un ser olvidado y degradado por el resto, que muestra condiciones, alegría y determinación para competir. El futbol mexicano debería de agradecérselo.