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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Monterrey: latitudes

2019-10-01 | Luis García
LUIS GARCíA
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La semana pasada, que fue la del Clásico Regio, mi compadre Martinoli y yo tuvimos la fortuna de ir a Monterrey un par de ocasiones. El jueves, porque tuvimos un par de presentaciones; todavía no sabemos definir lo que hacemos arriba del escenario, de 'Farsantes con Gloria'.

La primera fue para Megacable, gente fascinante ligada al deporte, en alguna ocasión fueron los dueños de los Académicos, y otros más son verdaderos fantásticos a la pelota caliente, puntualmente de los Cañeros de los Mochis, estamos realizando una pequeña gira con ellos por varias partes de la República, y ahora tocó en Nuevo León.

Ese mismo día por la noche nos presentamos en Río 70, un lindo teatro, tuvimos una presentación pública, gracias a Mike Salazar, quien fuera nuestro padrino y apostó por nosotros, tuvimos una buena velada, la ventaja de Monterrey es que una ciudad futbolera, por ende, pasamos un gran rato, reímos, contamos anécdotas, realizamos una tercia de dinámicas con algunos de los presentes, siendo lo más valioso que en el recinto estuvo el doctor Miguel Mejía Barón, su pareja Norma, y unos amigos de ellos, quienes perdieron el tiempo en irnos a ver.

Regresamos el sábado a tan fascinante región, ya que fuimos invitados por Tecate para narrar y comentar el Clásico, Monterrey versus Tigres, en un evento privado, pero antes de eso fuimos invitados a conocer lo que significa y es una carne asada.

La invitación corrió a cargo del famoso, bueno, ni tan famoso, un 'puñetas' conocido como el 'Gignac Rayado', su única gracia es que se parece al francés, siendo lo anecdótico que es un rayado de cepa, se llama Hiram Isás, y es un pelado maravilloso, poco enfadoso, pero un gran tipo.

Forma parte de los 'Natural Grillers Monterrey', equipo conformado por Belén Esparza, América Treviño Garza, Nallely Becerra, Eduardo Backmann, Alejandro Villagómez, Rubén Villagómez, Rodolfo Rocha, Humberto Allen, y varios salerosos personajes más, y hace pocos días ganaron un campeonato en donde vencieron tanto a parrilleros amateurs como profesionales, y nos invitaron a casa de uno de ellos para hacernos el menú con el que ganaron.

De camino al ágape nos paramos en una vinatería para comprar mezcal y unos vinos para no llegar con las manos vacías. Llegamos a la zona conocida como La Herradura que tiene campo de golf, el fraccionamiento está pegado a las montañas, un hermoso sitio, entramos a la casa y ya estaban varias familias con niñas y niños nadando, cocinando y bebiendo.

Los parrilleros nos recibieron con su filipina roja, salvo el capitán, quien usa una filipina blanca, saludamos y nos presentamos, y nos empezaron a dar cátedra sobre el tema de la cocinada, a mí se me ocurrió preguntar si era como un típico asado y casi me sacan del predio, me corrigieron diciendo que en Monterrey se le conoce como carne asada y que normalmente se hace dos o tres veces al mes.

De entrada nos dieron nuestro 'yeti', es un termo grande para poner ahí las bebidas, primordialmente las chelas y que no se enfríen, posteriormente nos hablaron y nos enseñaron el menú. Para abrir boca, unos portobellos asados a los cinco quesos, un verdadero manjar, la mezcla del sabor me hizo levitar, me comí varios, más de los debidos, a la par frijoles a la charra estilo regio.

Después sacaron del horno unos tomahawks del tamaño de la cabeza de Christian, los cuales los prepararon al cacao y café, lucían imponentes, los fueron rebanando, y fuimos comiendo pequeños trozos que se deshacían apenas rozaban nuestro paladar.

Como plato principal, unas costillas texanas Saint Louis al mole y barbecue coreano, las cuales las empezaron a cocinar desde las siete de la mañana, la verdad es que parece las bajaron del cielo, nunca en mi vida había comido algo tan delicioso, una sinfonía de sabores que me removió hasta la conciencia, creo que me reventé cerca de nueve costillas, una verdadera cosa de locos.

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Y para terminar el postre, un New York cheesecake ahumado con topping de frutos rojos, hecho también en el horno y del cual me reventé una tercia de rebanadas. Fue una verdadera locura lo bien que comimos, después vino la sobre mesa y el debate sobre quién era mejor si Tigres o Monterrey, aquí confírmanos que la pasión con la que se vive, se goza y se sufre esta rivalidad, sin duda es la más frenética, eléctrica y poderosa en el futbol mexicano, aunque a algunos les duela, es así.

Después fuimos al evento en donde narramos el Clásico Regio, el cual fue por debajo de las expectativas generadas, y sobre todo del brutal recurso humano que tienen ambos clubes.

Pero fuera de esa espinosa situación, ir a Monterrey es una gozada, una canija maravilla, su gente, su comida, su pasión, sus costumbres, su buena energía, su hospitalidad, su generosidad son aspectos que los hacen una de las mejores regiones del país. Hartas gracias Monterrey, nos veremos pronto carajo.

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