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Opiniones, análisis y puntos de vista de los principales columnistas deportivos de RÉCORD. Entérate de lo que piensan los expertos del futbol mexicano y más.

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En la década de los 30, Gretel Bergman vio truncado su sueño olímpico. Su dominio en el salto de altitud era demoledor para aquella época e incluso en 1935 logró romper el récord que existía en aquel entonces, al saltar 1 metro con 60 centímetros. Bergman no sólo era una de las mejores saltadoras del mundo, sino también una de las favoritas para conquistar el Oro en los Juegos Olímpicos de 1936; sin embargo, el régimen nazi prohibió su participación en último momento y lo reemplazaron por un hombre disfrazado de mujer, el cual se hizo llamar Dora Ratjen, quien finalizó en cuarto lugar. Décadas después se dio a conocer que su nombre real era Heinrich Ratjen.

Por su parte, Bergman decidió refugiarse en Estados Unidos, prometiendo nunca volver a Alemania, aunque al final regresó en 1999 para recibir el premio ‘Georg von Opel’, que distingue a aquellos a atletas que no recibieron su justo reconocimiento. En 2012 ingresó al Salón de la Fama de la Fundación Alemana para la ayuda al Deporte, y su historia fue llevada a la pantalla en un documental protagonizado por Natalie Portman.

Finalmente, Bergman falleció esta semana a los 103 años de edad. Su nombre ha sido inmortalizado en una de las calles aledañas al Estadio Olímpico de Berlín y su récord de un metro con 60 centímetros fue restituido por la federación alemana de atletismo en 2009.

Pero la historia de Gretel Bergman no es la única que me ha causado escalofríos esta semana, Alan Ruschel, uno de los tres sobrevivientes del trágico accidente aéreo que sufrió el Chapecoense en noviembre pasado, regresó a las canchas de futbol.

Como era de esperarse, lo hizo en medio de una gran ovación de todos los asistentes al partido de Liga en el que el Chapecoense empató a un gol contra el Ypiranga de Río Grande do Sul.

 “Me dieron escalofríos y sensaciones en el estómago, pero estoy listo para volver”.

Ruschell estuvo al borde de la muerte. Nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que la salvó, pero nos queda claro que el accidente pudo robarle a sus compañeros, pero no el espíritu para luchar contra todos los pronósticos y volver a pisar una cancha de futbol.

Bien dicen que la vida no acaricia, y no siempre es justa. Sin embargo, no podemos ignorar que hasta en los más pantanosos pasajes, siempre nos queda el orgullo y amor propio. Y la pregunta no es “¿por qué a mí?”, sino ¿cómo queremos afrontar los malos ratos?