La selección boliviana vive horas decisivas en su camino hacia la Copa del Mundo 2026. Lo que parecía una historia de resurrección futbolística se ha visto empañada por un escándalo inesperado: dos jugadores clave, Boris Céspedes y Ramiro Vaca, han sido señalados por dopaje en partidos clave de las Eliminatorias Conmebol. La noticia, revelada por el portal Depor.com, ha sacudido los cimientos del proyecto que había revivido con la llegada del técnico Óscar Villegas.
Luego de un inicio turbulento con derrotas ante potencias como Brasil y Argentina, la ‘Verde’ logró reinventarse bajo la conducción de Villegas, quien apostó por llevar los partidos de local al Estadio Municipal de El Alto, ubicado a 4 mil 150 metros de altitud. Allí, Bolivia encadenó victorias históricas frente a Venezuela, Chile y Colombia. Sin embargo, la alegría podría transformarse en pesadilla si las acusaciones se confirman.
El caso más delicado involucra a Boris Céspedes, cuyo positivo habría ocurrido no solo ante Uruguay, sino también frente a Chile, lo que comprometería directamente los puntos obtenidos en esos encuentros. De acuerdo con Depor, “las muestras que despertaron sospechas corresponden a pruebas realizadas durante las ventanas FIFA de octubre y noviembre de 2024”, lo cual coincide con la mejor racha de la selección boliviana. La sustancia detectada estaría relacionada con agentes que mitigan los efectos de la altitud.
El impacto deportivo: tabla, rival directo y el riesgo de sanción
De confirmarse la infracción, Bolivia podría enfrentarse a una reducción drástica de puntos, lo que modificaría por completo la tabla de posiciones. Actualmente, compite directamente con Venezuela y Perú por un lugar en el repechaje intercontinental. La ‘Bicolor’, con 12 unidades y ubicada en el noveno puesto, podría beneficiarse indirectamente si la Conmebol o la FIFA decidiera retirar resultados a la selección altiplánica.
No obstante, la situación es compleja. Según detalló Depor, la Conmebol no lleva directamente el proceso disciplinario, que ahora se encuentra bajo revisión del comité antidopaje de la FIFA. Esto implica que cualquier fallo oficial podría tomar semanas o incluso meses en llegar, tiempo durante el cual Bolivia podría continuar disputando partidos sin saber su verdadero destino en la clasificación.
A nivel logístico, el equipo boliviano también ha enfrentado dificultades: tras la derrota ante Venezuela, la delegación fue retenida por más de 12 horas en territorio llanero, lo que generó acusaciones de sabotaje antes del partido clave ante Chile. A pesar del empate ante Uruguay en El Alto, la falta de contundencia ofensiva y la pérdida de puntos en casa habían comenzado a debilitar su posición antes del escándalo.
Una caída deportiva y moral: ¿final anticipado para la ‘Verde’?
El caso de dopaje representa algo más que una posible sanción: podría truncar el proceso más esperanzador que Bolivia ha tenido en años. Villegas, que había logrado darle identidad y competitividad al equipo en una de las Eliminatorias más duras del mundo, ahora debe enfrentar la presión externa y la incertidumbre institucional.
Ramiro Vaca, el otro implicado, también había sido pieza recurrente en el medio campo boliviano, lo que agrava el golpe técnico y simbólico para el vestuario. Mientras tanto, la afición boliviana se debate entre la incredulidad y la frustración, viendo cómo el sueño de llegar a Norteamérica 2026 se desmorona justo cuando parecía posible.
La última palabra la tendrá la FIFA, pero los ecos del escándalo ya se sienten en todo el continente. De confirmarse las infracciones, Bolivia no solo podría quedar fuera del Mundial, sino que también se reabrirá el eterno debate sobre el uso de la altitud como ventaja deportiva y la transparencia en los procesos de control antidopaje en Sudamérica.
