La publicación del calendario oficial de la Copa del Mundo de Norteamérica 2026 marcó el inicio de la cuenta regresiva hacia el torneo más ambicioso en la historia del futbol. Con tres países anfitriones (Estados Unidos, México y Canadá) y un formato ampliado a 48 selecciones, la FIFA prometió un Mundial más inclusivo, diverso y accesible. Sin embargo, el entusiasmo inicial rápidamente dio paso a una creciente polémica.

El principal foco de las críticas ha sido el elevado costo de los boletos. Aficionados de distintas partes del mundo han manifestado su frustración por la dificultad para adquirir entradas a través de la plataforma oficial de la FIFA, así como por las cifras que ya se manejan tanto en la venta primaria como en la reventa, donde los precios se disparan a niveles considerados inalcanzables para el público general.
De acuerdo con reportes el Mundial 2026 apunta a convertirse en uno de los más caros de la historia, no solo por el valor de los boletos, sino también por los costos asociados al viaje, hospedaje y logística en Norteamérica. En este contexto, la fiesta del futbol parece alejarse cada vez más de los aficionados tradicionales y acercarse peligrosamente a una élite económica.

Steve Clarke se suma a la polémica y lanza una advertencia
En medio del debate, una voz proveniente del entorno deportivo se sumó a la conversación. Steve Clarke, director técnico de la selección de Escocia, envió un mensaje directo a los aficionados de su país, poniendo el foco en las consecuencias financieras que podría implicar asistir al Mundial.
En entrevista con Sky Sports Scotland, el seleccionador fue claro al señalar las limitaciones que existen alrededor del tema:
“No podemos controlar los precios. Escuchen, de todos modos es caro ir a América, incluso si vas de vacaciones tienes que ahorrar para cruzar el Atlántico y disfrutar de tus vacaciones allí. Siempre (supimos que) iba a ser un Mundial caro. Los precios de las entradas están fijados”.

Más allá de la realidad económica del torneo, Clarke hizo un llamado a la responsabilidad financiera de los aficionados, un mensaje poco habitual en la antesala de una Copa del Mundo:
“Mi mayor deseo es que la gente no se endeude demasiado intentando ir. Si puedes permitírtelo, genial, pero si no puedes, no te endeudes. Creo que eso es algo muy importante para mí”.
Sus palabras fueron replicadas rápidamente por distintos medios europeos, al considerar que reflejan una preocupación genuina por el impacto económico que el Mundial puede tener en los seguidores de selecciones que, como Escocia, no siempre cuentan con un alto poder adquisitivo.
Precios dinámicos y una FIFA bajo la lupa
Uno de los elementos que más ha encendido el debate es la implementación, por primera vez en una Copa del Mundo, del modelo de precios dinámicos por parte de la FIFA. Este sistema provoca que el costo de los boletos suba o baje dependiendo de la demanda y del atractivo del partido, una práctica común en conciertos y eventos deportivos privados, pero inédita en un Mundial.
Según análisis publicados por The Athletic, este modelo beneficia directamente a la FIFA al maximizar ingresos, pero genera una percepción de exclusión entre los aficionados, que ven cómo los precios se disparan conforme se acerca la fase decisiva del torneo o cuando juegan selecciones de alto perfil.
Esta situación contrasta con el discurso de Gianni Infantino, presidente del organismo, quien promovió la expansión del Mundial como una vía para dar cabida a más países y acercar el futbol a nuevas audiencias. Para muchos seguidores, la realidad económica del torneo parece ir en dirección opuesta a esa narrativa.

Parte del contenido de este artículo fue elaborado con asistencia de herramientas de Inteligencia Artificial y revisado por un editor de RÉCORD.




