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Opinión

Jose Luis Caballero Leal

Aquí encontrará un análisis crítico y actual sobre los principales acontecimientos políticos y sociales de México y el mundo desde la óptica de un ciudadano

Pobre Diablo

2017-06-18 | José Luis Caballero Leal
JOSé LUIS CABALLERO LEAL
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No obstante que el título de esta colaboración evoca uno de los mayores éxitos musicales de Emmanuel, en esta ocasión en realidad pretende asociarse a una de las figuras más recurrentes del sistema político mexicano, en donde jefes de gobierno, gobernadores, legisladores y demás funcionarios de todos los rangos, colores y sabores, suelen mandar al averno todo aquello que se opone a sus designios, producto de resoluciones de índole judicial o de cualquier otra naturaleza.

“Al diablo con las instituciones” se convirtió en una de las frases que mejor ilustran la personalidad de Andrés Manuel López Obrador, quien la respetó por primera vez en el 2006 en la víspera de la terminación del sexenio de Vicente Fox, una vez declarado presidente electo Felipe Calderón.  Dicha expresión contestataria de López Obrador ha sido utilizada, permanentemente, para victimizarse en contra de la “mafia del poder” y en particular de todo aquello que no le favorece, sin importar la legitimidad o legalidad del acto cuestionado.

Dicen bien que lo que no se hereda se hurta, y para muestra tenemos ahora a Miguel Ángel Mancera, heredero directo de la estirpe “lopezobradoriana”, que bajo el absurdo argumento de que por el ‘bien de la gente’ que representa está dispuesto a hacer lo que sea, ha manifestado su intención de pasar por alto la suspensión provisional dictada por un juez federal en materia administrativa, quien le ordenó detener la construcción de la denominada Línea 7 del Metrobús, ante la falta de autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el cual se negó a otorgarla por considerar que dichas obras podrían afectar monumentos históricos y colindantes en tramos de Reforma y el Bosque de Chapultepec, considerados ambos como patrimonio histórico y por lo mismo tutelados por una ley federal que protege monumentos artísticos, históricos y antropológicos.  

Resulta imposible no asociar el actual desafío de Mancera con el juicio de procedencia que derivó en el desafuero de López Obrador en el año 2004, cuando posterior a la expropiación del terreno del Encino en Santa Fe para construir una calle de acceso a un hospital privado, Andrés Manuel violó la suspensión provisional dictada por un juez federal para que ello no sucediera, no obstante que un año más tarde, Vicente Fox ordenara desechar la acusación por un mero “tecnicismo”. Hoy el engallamiento de Mancera tiene un aroma más electoral que de auténtico bienestar popular, a sabiendas que su encargo está a no más de 90 días de concluir y que las encuestas para lograr una eventual candidatura presidencial, reportan índices de popularidad similares a los de EPN.  

Pobre diablo aquel al que le tocó representar a Satanás en tierras aztecas.  Nunca se imaginó que la clase política lo mantuviera tan injustamente ocupado. Veremos pronto en qué termina la novela de la Línea 7.  

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