El tradicional oficio de las personas organilleras fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México, luego de una aprobación unánime en la tercera sesión de la comisión encargada de salvaguardar la memoria cultural de la capital. Con esta resolución, la ciudad reconoce oficialmente al organillo —su sonido, historia y presencia callejera— como parte fundamental de su identidad cultural.

El siguiente paso corresponde a la Secretaría de Cultura capitalina, que deberá elaborar el dictamen técnico para su publicación en la Gaceta Oficial de la CDMX. Una vez concretado ese proceso, la declaratoria quedará formalmente integrada al catálogo de patrimonio vivo de la ciudad.
¿Por qué se buscaba proteger este oficio?
El organillo llegó a México a finales del siglo XIX y, desde entonces, ha acompañado la vida cotidiana de plazas, calles y barrios. Sin embargo, en los últimos años su continuidad se ha visto amenazada debido a la falta de ingresos estables, el desgaste de los instrumentos y la disminución del número de personas dedicadas al oficio. En la actualidad, se estima que solo quedan unos cuantos organilleros activos, lo que incrementó la urgencia de proteger la tradición.
Integrantes del gremio han señalado que el reconocimiento es un respiro para un oficio que se consideraba en riesgo. Para ellos, esta declaratoria abre la puerta a la creación de un “Plan de Salvaguarda”, el cual buscará asegurar la transmisión del conocimiento, la restauración de organillos y el impulso de actividades culturales que mantengan viva esta expresión histórica.

Una tradición que forma parte de la memoria sonora de la ciudad
Las melodías del organillo han sido, por generaciones, parte del paisaje sonoro del Centro Histórico y otras zonas emblemáticas de la capital. Para muchos habitantes, este sonido representa una memoria compartida que evoca infancia, tradición y vida comunitaria. Por ello, la aprobación se ha interpretado como un triunfo para la cultura popular.
Las asociaciones de organilleros celebraron la decisión y destacaron que el reconocimiento no solo honra la historia del oficio, sino también el esfuerzo de quienes han mantenido vivas estas melodías pese a las dificultades. Sus representantes describieron el momento como un paso decisivo para la dignificación del trabajo que realizan diariamente en las calles.

Un impulso para preservar una expresión cultural única
Con la declaratoria, la Ciudad de México se compromete a mantener, proteger y difundir este oficio centenario. La implementación del plan de conservación permitirá no solo resguardar los instrumentos y fortalecer al gremio, sino también garantizar que nuevas generaciones puedan conocer y seguir esta tradición.
El reconocimiento a los organilleros resalta la importancia de las prácticas culturales que han dado identidad a la capital, y marca un precedente para la protección de otros oficios que también forman parte de la riqueza histórica de la ciudad.





