En días recientes, Javier 'Chicharito' Hernández volvió a acaparar titulares, no por su desempeño futbolístico, sino por unas declaraciones desafortunadas que han generado una gran ola de críticas y reacciones. Todo comenzó con un video en el que, con tono sarcástico, dice:
“Entonces, quieres a un hombre proveedor, pero para ti limpiar es opresión patriarcal. Interesante…”
Luego, redobló su postura con otro video: “Mujeres, están fracasando, están erradicando la masculinidad, haciendo a la sociedad hipersensible, (y bla bla bla)”.
Y remató con: “No le tengan miedo a ser mujeres, a permitirse ser lideradas por un hombre que lo único que quiere es verlas feliz”.
Como era de esperarse, sus palabras han desatado un sinfín de opiniones. Algunos las defienden desde la perspectiva de la libertad de expresión. Pero hay que tener cuidado con confundir este derecho con la irresponsabilidad discursiva. La libertad de expresión es un pilar de cualquier sociedad democrática, sí, pero como toda libertad, conlleva responsabilidad.
Chicharito no es cualquier persona. Es una figura pública con millones de seguidores, admirado por niños, jóvenes y adultos, y sus palabras, como las de cualquier líder de opinión, no se las lleva el viento. En un país como México, donde cada día son asesinadas en promedio 10.5 mujeres por razones de género, sus comentarios van más allá de una simple “opinión personal”.
Los líderes de opinión —ya sean deportistas, artistas o influencers— tienen una responsabilidad ética en el uso de su voz. No se trata de censurar, sino de ejercer ese poder con conciencia del impacto que pueden tener. ¿Está Javier Hernández usando su influencia para construir o para dividir? ¿Está siendo consciente de las consecuencias de sus palabras?
Este episodio no es aislado. Desde hace un par de años, Chicharito ha mostrado actitudes, que muchos interpretan, como un cambio radical en su personalidad y pareciera que el tema es un ego demasiado elevado. A veces confundimos autoestima con ego, pero no son lo mismo. Una autoestima saludable implica conocerte, valorarte y tener seguridad sin necesidad de menospreciar a otros. Un ego inflado, por el contrario, suele manifestarse en comportamientos egocéntricos, dificultad para aceptar críticas, problemas en las relaciones interpersonales, arrogancia y falta de humildad. –Ustedes dirán–.
Frente a estas señales, vale la pena recordar una frase que el mismo Chicharito dijo en 2019, cuando llegó al Sevilla: "Nunca me quedaré en mi zona de confort, siempre quiero ser mejor jugador y mejor persona...”.
Una declaración poderosa que hoy parece contradecir sus actitudes recientes. Porque ni ha salido de su zona de confort, ni está siendo mejor persona al propagar discursos que dividen y minimizan.
Desde el coaching, creo firmemente que aún hay tiempo para reencontrarse con su mejor versión. Un buen proceso de acompañamiento podría ayudarlo a comprender de dónde viene este cambio de narrativa, de actitud, a reconocer las heridas, creencias o necesidades no resueltas que podrían estar detrás, y a reconectarse con la humildad que tanto admiramos en sus inicios.
Javier puede pensar diferente, claro que sí. Pero pensar distinto no implica herir, imponer ni polarizar. Pensar diferente implica abrir diálogo, asumir consecuencias y cuidar la imagen propia. No todo lo que pensamos tiene que ser compartido públicamente. Y sí, la libertad de expresión es un derecho, pero también una gran responsabilidad.
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