La política francesa vivió un hecho sin precedentes: Nicolas Sarkozy, expresidente de Francia, ingresó este martes a la prisión de La Santé, en París, para comenzar a cumplir una condena de cinco años por conspiración criminal. La justicia lo halló culpable de financiar ilegalmente su campaña presidencial de 2007 con dinero proveniente del régimen de Muamar Gadafi en Libia, un caso que ha marcado la historia reciente del país europeo.
Con esto, Sarkozy, de 70 años, se convierte en el primer exjefe de Estado de la Francia moderna en ser encarcelado, un hecho que sacude a la política gala y envía un poderoso mensaje sobre la independencia del poder judicial.

“Se está encarcelando a un hombre inocente”
La jornada comenzó con una multitud de simpatizantes frente a su residencia en París. El exmandatario salió tomado de la mano de su esposa Carla Bruni-Sarkozy, a quien abrazó antes de subir al vehículo policial que lo trasladaría al penal. En un mensaje difundido en redes sociales, Sarkozy aseguró que se estaba encarcelando a “un hombre inocente”, mientras sus abogados calificaron la decisión de la justicia como “una desgracia”.
Jean-Michel Darrois, uno de sus representantes legales, declaró: “Es un día ominoso para él, para Francia y para nuestras instituciones, porque este encarcelamiento es una desgracia”. Otro de sus abogados, Christophe Ingrain, denunció que el proceso representa “una grave injusticia”, pero afirmó que Sarkozy “se ha mantenido fuerte, no se queja y no ha pedido ningún trato especial”.

Condiciones estrictas y aislamiento
El expresidente fue ingresado directamente a confinamiento solitario, una medida que busca proteger su seguridad debido a su perfil político. De acuerdo con su equipo legal, solo podrá salir al patio de la prisión una hora al día y recibir tres visitas familiares por semana.
Sarkozy, que llevó consigo únicamente tres libros —entre ellos El Conde de Montecristo—, así como ropa abrigadora y tapones para los oídos, planea escribir un libro sobre su experiencia carcelaria durante el cumplimiento de la sentencia.
Un apoyo que no desaparece
El encarcelamiento del exmandatario ha generado un torrente de apoyo por parte de familiares, simpatizantes y ciudadanos. Afuera de su casa, cientos de personas lo despidieron coreando su nombre y ondeando banderas con mensajes como “Ánimo Nicolas, vuelve pronto” y “La verdadera Francia con Nicolas”.
Su hermano, Guillaume Sarkozy, expresó: “Estoy muy orgulloso de compartir su nombre, y muy orgulloso de cómo está reaccionando. Estoy verdaderamente convencido de que es inocente”. Muchos seguidores calificaron de “escandaloso” que se le encarcele cuando, legalmente, aún goza de la presunción de inocencia durante el proceso de apelación.

Críticas a la justicia francesa
Sarkozy impugna tanto la condena como la decisión judicial de enviarlo a prisión mientras espera que se resuelva su apelación. Sus abogados presentaron una solicitud inmediata de liberación, aunque el tribunal tiene hasta dos meses para resolverla.
El juez que dictó la sentencia argumentó que el expresidente “utilizó su posición para preparar corrupción al más alto nivel” entre 2005 y 2007. Por ello, decidió que la gravedad del delito y el daño al orden público justificaban que comenzara a cumplir su pena de inmediato, sin esperar el resultado de la apelación.

Un golpe a su legado político
Aunque retirado de la política activa, Sarkozy sigue siendo una figura influyente dentro del conservadurismo francés. Su detención no solo representa un golpe a su legado, sino también una advertencia a las élites políticas de Francia y del mundo: ningún cargo está por encima de la ley.
Antes de ingresar al penal, el exmandatario prometió: “No tengo miedo de la prisión. Mantendré la cabeza en alto, incluso frente a las puertas de La Santé. Lucharé hasta el final”.




