MARIO HERNÁNDEZ
La tarde del lunes 29 de enero de 2001 conmocionó y llenó de luto al club Pachuca, cuando su prometedor astro, el argentino Pablo Hernán Gómez, quien nació el 20 de diciembre de 1977 en la provincia de Mendoza, falleció en un accidente automovilístico.
Pablito como siempre se dirigió hacia él Jesús Martínez, presidente de la institución hidalguense, perdió la vida junto a su esposa Mónica Elizabeth González (hermana del entonces delantero del Irapuato Ariel González), al viajar en su Ford Lincoln color gris, acompañados por sus hijos Leandro y Paola Micaela, de tres y un año de edad, respectivamente.
El delantero y su familia regresaban de San Luis sobre la carretera Querétaro-Pachuca, pero en el tramo Ixmiquilpan-Huichapan, en la curva conocida como La Manga, impactó su automóvil a exceso de velocidad contra un trailer, abandonó el asfalto y se estrelló.
Pablo Hernán y su cónyuge -que no llevaban puesto el cinturón de seguridad- salieron disparados del auto y fallecieron inmediatamente. Los pequeños, milagrosamente salvaron la vida gracias al implemento de seguridad; Leandro sufrió fractura del fémur y la pequeña Paola resultó ilesa.
Apenas el día anterior, como presagio del destino, el sudamericano salió ovacionado en la victoria de los Tuzos por 2-0 sobre Irapuato, encuentro en el cual sirvió el pase para el primer gol, obra de Pedro Pineda, tras robarle el balón a Isaac Terrazas.
Despreciado por Monarcas
Aunque Pablo fue un emblema del Pachuca, pocos recuerdan que Monarcas lo trajo a México a la edad de 21 años, procedente de Argentinos Juniors, para el Torneo de Verano 1998, debutando el 11 de enero en el empate 0-0 frente a Pumas bajo el mando de su compatriota Eduardo Solari; sin embargo, al certamen siguiente llegó al timón Tomás Boy, quien lo envió a la Primera A con Veracruz, "Tú no eres un jugador apto para Primera División”, le dijo el Jefe; finalmente en el Verano 99 los Tuzos lo adquirieron.
Artífice del primer título tuzo
Pablo Hernán era un habilidoso y pícaro extremo con un carisma natural, su recorrido espectacular por las bandas recordaba a aquellos jugadores llaneros prácticamente inexistentes en la actualidad. Siempre aparentó más edad debido a su calvicie prematura, pese a que apenas rebasaba las dos décadas de vida.
Con Pachuca pronto comenzó a explotar su talento y a establecer un idilio con la afición, que aumentó a nivel de ídolo en el Invierno 1999, cuando anotó nueve tantos, seis de ellos en Liguilla, que fueron fundamentales para el primer título en la historia del conjunto blanquiazul.
Inmortalizado en el Hidalgo
A manera de homenaje a su efímero, pero impactante paso con el equipo hidalguense, su dorsal 20 fue el primero en ser retirado por Pachuca el 11 de febrero de 2001, en la derrota como local ante Cruz Azul y posteriormente su nombre fue inmortalizado en un palco del Estadio Hidalgo, distinción que comparte con Javier Aguirre, Hugo Sánchez, Pelé, Gabriel Caballero, Jaime Correa, Rubén Ayala, Antonio Carbajal, Enrique Borja y Carlos Trucco.