Austeros. Así califican deportistas, metodólogos, medallistas y periodistas los Juegos Olímpicos de Río 2016.
A escasos días para que culmine la máxima justa deportiva, que se realiza por primera vez en Sudamérica, el ambiente está ‘apagado’. Las grandes fiestas que ya son una tradición en la Villa Olímpica, mencionó un atleta, no han estado a la altura de las ediciones pasadas, por lo que muchos deportistas ya optaron por emigrar de la ‘residencia olímpica’.
Otros ni siquiera quisieron permanecer en el inmueble, por lo que desde su arribo a Río de Janeiro se hospedaron en hoteles de Copacabana.
Fuera de la Villa el sentimiento es el mismo. Periodistas quienes han hecho la cobertura en anteriores ediciones se quejan de la sala de prensa -la cual presenta una temperatura baja y el café no es abundante-, así como del comedor donde no hay mucha variedad de alimentos y una comida de 300 gramos, más la bebida, cuesta aproximadamente 45 reales, equivalente a 360 pesos.
Los camiones oficiales que transportan a los seleccionados olímpicos también disminuyeron, por lo que algunos se ven obligados a pagar taxi para poder llegar a las competencias.
Cada vez son más los enfermos de gripa por los cambios de temperatura ambiental con el aire acondicionado de sedes de competencias y camiones oficiales. Así como los que aprovechan para dormir unos minutos entre cada una de las pruebas.
Al menos los aficionados contagian su alegría dentro y fuera de las sedes olímpicas, quienes con banderas, tambores, gritos y las caras pintadas son el ingrediente esencial de la máxima fiesta deportiva.
Sumado al desazón que viven los deportistas mexicanos tras las críticas por los resultados obtenidos en la justa, donde los favoritos que ya compitieron hasta el momento se han quedado fuera del podio




