El Real Madrid de Zidane lo hizo y ganó el Clásico: jugó como pocas veces en su historia, atrás, esperando asestar un golpe mortal. Con la memoria ofensiva de regreso, el sábado ante un ‘chico’, vimos de nuevo al gigante blanco.
En cambio, las Chivas de Almeyda nunca renunciaron a su convicción, sufrieron, los puntos se escaparon, más por falta de capacidad y hasta fortuna, y no así se atrevieron a traicionar su jerarquía y filosofía adoptada bajo el mando del argentino.
Hoy el futbol les da la razón, les ha entregado un lugar en la zona de Liguilla y esperanza de trascendencia mayor que varios arriba de los rojiblancos.
Tras ganar el Clásico español, el Real encaró la Champions de nuevo con vocación al ataque, pero el Wolfsburgo le revirtió el planteamiento, le aplicó la misma fórmula que el equipo de Zidane utilizó en Barcelona y lo derrotó ante la sorpresa internacional. Traicionar la filosofía tuvo secuelas negativas.
Si quieres leer la columna completa adquiere tu RÉCORD en tu puesto de periódicos o suscríbete a la edición digital dando clic en la imagen de abajo.





