Es futbol y en el futbol, generalmente, se gana con futbol, pero también es un Clásico, y en los Clásicos hay otro tipo de condiciones y de circunstancias que terminan afectando el desarrollo del juego y del resultado. Todo este preámbulo para decir: Aún este Chivas, inmerso en la peor crisis deportiva de su historia, afectado por dentro, por fuera, en imagen, en funcionamiento y hasta en espíritu, aún este ‘jodido’ y ‘desamparado’ Chivas, puede ganar el domingo.
El América se ha desmarcado rápidamente para ubicar su presente futbolístico, que también tiene sus dudas, en otro nivel de competencia. Se sabe, se entiende, le dicen favorito y lo recalcan todos los días sus más fieles y pasionales seguidores: “Somos ultra-favoritos”. Muy bien, pero el América sabe también que podría ir directamente hacia ‘una trampa’ y que el precio de una derrota es mucho más alto que el de una victoria en el estatus que tiene hoy el Guadalajara. Al aceptarse favorito, el América también acepta más presión de la que generalmente tiene en esta clase de partidos.
El Clásico o el resultado del Clásico no salva las temporadas ni de América ni del Guadalajara, pero de acuerdo a como se han dado las cosas, el ‘premio’ más jugoso y poderoso tiene que ser para Chivas. Un triunfo el domingo le daría, primero, motivación, muy necesaria en una época como esta y segundo, certeza de que pueden competir incluso por el objetivo principal del inicio de temporada: un puesto en la Liguilla por el título. Todo eso significa para Chivas el juego del domingo. Menos, mucho menos para el América que parece obligado a ganar el partido y a continuar en su camino de convencimiento de que es un cuadro confiable para buscar el campeonato justamente cuando el club está celebrando sus primeros 100 años de vida.
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