Cruz Azul soñaba, anhelaba, ansiaba tener el estilo de Tomás Boy. Hoy, lo tiene, lo malo y lo bueno de ese estilo, y parece no saber qué hacer con él.
A dos fechas del final, el equipo tiene la personalidad entera de Boy: un día juega como el mejor, sin exagerar, con idea, profundidad, sentido, distancia, emoción, espectacularidad, y al día siguiente desaparece.
Estuvo inmerso, primero, en una racha que incluyó más de 300 minutos consecutivos sin gol, y ahora está cerca de quedar eliminado de una Liguilla por cuarta ocasión consecutiva. A ello, agregue otro cuadro, digamos, a las formas de Boy: un escándalo con el delantero argentino-mexicano Vicente Matías Vuoso que se ventilo más en la prensa que en el vestidor.
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