Si los ingleses trajeron el futbol a nuestra tierra a través de la pala y pico, y las minas de Pachuca, él trajo los sueños, el desarrollo, el crecimiento y la gloria del futbol a Pachuca. Le podríamos llamar ‘El hacedor de los milagros Tuzos’.
Lo recuerdo bien, por aquellos días, con un poco menos de canas y seguramente menos arrugas, pero siempre con la misma intensidad y fortaleza en sus expresiones: “Allá... Allá pienso poner un par de canchas, por aquí una clínica, ése será laboratorio y enseguida estarán las aulas, un comedor, un gimnasio, una biblioteca, una alberca....”, y seguía y seguía, hablando y señalando una tierra donde no había nada, sólo un par de arbustos en un desierto de rocas y de ondulaciones al capricho de la naturaleza. Ahí, donde ninguno de nosotros percibía nada, él imaginaba, soñaba y veía su gran edén futbolístico.
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