Desde el día que fuiste nombrado como entrenador del América se cuestionaron tus blasones y alcances para dirigir dicha institución, y hoy después de una pulcra y autoritaria victoria ante el Atlas, se sigue haciendo lo mismo, como si poner en entredicho tu calidad como gestor fuera un pasatiempo.
Está claro que sabías que ir al América significaba subirte a una descontrolada montaña rusa sin cinturón de seguridad, por lo que los cuestionamientos no te inmutaron en el ayer, y estoy cierto no te inmutan hoy. El futbol mexicano suele caer en absurdos dignos de películas de ciencia ficción, y pedir tu cabeza cada ocho días es uno de ellos.
En la actualidad tu equipo cuenta con un proyecto estable y bien cimentado: el haber mantenido la base y haber contratado poco y bien. Lo de ustedes dos, Brian Lozano y William da Silva es un acierto en todas las aristas analizables; es una prueba fehaciente que en las entrañas del club tienen muy claro cómo y hacia dónde quieren transitar. No puedo obviar que el semestre pasado tu vestidor era un prosaico aquelarre; las indisciplinas en los entrenamientos y en los partidos fueron múltiples y torpes, y ahí fuiste cómplice y responsable.
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