Es domingo por la mañana, voy en el avión rumbo a San Francisco, y en el horizonte asoma poder disfrutar otro Super Bowl, épico momento que paraliza al planeta; estoy tan emocionado que en los días previos al viaje no he podido dormir.
Acompaño en el avión a parte del poderoso, conocedor y magnífico equipo del Ritual NFL, de Azteca Deportes. Dos asientos atrás de mí vienes tú, Enrique Garay: siempre te estaré agradecido por el trato y la inclusión a un deporte del cual respeto por encima de todo, y del cual desconozco sus entrañas.
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