Arranca un nuevo proceso, analizar lo que veremos hoy es difícil, por no decir imposible. Del rival, ni el mismo estudioso técnico sabe qué esperar. De los nuestros, sólo puedo asegurar que saldrán a buscar el partido.
Habrá quien diga que contra una selección improvisada y de tanta inmadurez, es lógico, e incluso obligatorio, que México lo haga. Yo no me atrevería a asegurarlo, y es que la Eliminatoria pasada vimos muchas veces al tri jugando en su cancha con excesivas precauciones y conservadores planteamientos.
Esta vez es distinto, este nuevo proceso tiene como líder a un tipo que concibe el juego de una manera afín a lo que tan vasta calidad demanda.
Necesitábamos un entrenador que proponga, que sea agresivo y busque en cualquier cancha imponer condiciones. Osorio lo es.
México al parecer jugará con cuatro en el fondo, dos volantes centrales de características ofensivas, dos extremos y dos nueves.
El 4-4-2, parece será el punto de partida, el 4-2-4, será la realidad. Cuando tus volantes por fuera son más ofensivos que defensivos, las probabilidades de que estos jueguen como extremos son mayúsculas.
El recurrente debate sobre la posición de Layún lo considero absurdo. Osorio ya expuso con claridad el por qué no le gusta que sus laterales jueguen a perfil cambiado; juzgar sólo porque Miguel juega así en el Porto, es tan pobre como argumentar que el estratega está inventando.
Lo de hoy no será parámetro. Sin embargo, ver desde dónde México presiona al rival, cómo construye ante su inminente repliegue, cuán capaz es, vía la constante movilidad e incesante rotación, de generar peligro; nos dará ahora sí algo tangible sobre lo cual juzgar.
Urge que ruede el balón para que todas aquellas insustentadas, absurdas y hasta malintencionadas especulaciones concluyan. Después, ya con hechos, podremos empezar a juzgar a un director técnico que sabe que quiere y considero busca lo que México necesita. Juegue.
