Todos los días enfaticé el peso mental en esta Selección, incluso en comparación con el resto de Selecciones Nacionales. Lo que ocurrió en los primeros 45 minutos del encuentro frente a Fiji no es más que la realidad del futbol mexicano. Jugadores que ante la presión se achican y buscan encajar su desesperación e impotencia en la inoperancia y nula efectividad, bajan la cabeza, discuten, y ahora no dicen una sola palabra.
Juan Carlos Osorio, a quien tanto se le ha criticado por sus manejos en el banquillo, tiene un método de trabajo basado en la relajación personal con el jugador y sus diferentes aplicaciones de acuerdo con cada individuo, el cual lo ha llevado a entender el contexto del mexicano y es tan sencillo como lo siguiente: no se hace chico, no se derrite, se presiona, se arrincona al grado de no reaccionar, no moverse.
El futbolista mexicano no puede cargar la mochila de favorito porque se desmorona con el hecho de verse en el escenario de no poder fallar, por temor a las críticas, comparaciones o golpes. El favoritismo lo perjudica, la superioridad lo aniquila y si no por qué aquella frase: “México se crece frente a los ganadores y ante los chicos se achica”.
Si quieres leer la columna completa, adquiere tu RÉCORD en tu puesto de periódicos o suscríbete a la edición digital dando clic en la imagen de abajo.





