En este mundo existen dos tipos de masoquistas: Los aficionados que sufren por culpa de un equipo de futbol o bien los que sufren por culpa de todos los aficionados del futbol.
Y es que cuando uno creería que no hay peor sufrimiento que el de ser un simple aficionado, que sufre, llora, se lamenta y emociona con los resultados de nuestros equipos, nos encontramos con aquellos seres extraños (me niego a creer que son humanos) que nacen predispuestos a ganarse el odio de la humanidad semana a semana, sin importar sexo, religión o nacionalidad.
Por supuesto que me refiero a los árbitros, esos entes que viven de llevarse el pito a la boca semana a semana y que así como un día pueden consagrarse como los salvadores de nuestros equipos, al mismo tiempo pueden convertirse en el máximo enemigo de los equipos contrarios, con una simple decisión.
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