Así comenzaba aquella legendaria canción del mítico Martín Urieta, la cual, también podría servir para describir la delicada situación por la que atraviesa el futbol femenil.
Y es que en menos de una semana, nos encontramos con dos importantes gritos de auxilio en el balompié femenil.
En el primero, cinco jugadoras de la selección estadounidense lideradas por Hope Solo, denunciaron a su propia federación por discriminación laboral, desnudando los manchadísimos manejos de US Soccer contra sus seleccionadas, a las que apenas les pagan mil 350 dólares por victoria, mientras que a los hombres, les pagan un mínimo de 5 mil dólares por partido: ¡sin importar el resultado!
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