Con sorpresas o sin ellas. Con europeos o sin ellos. Finalmente Juan Carlos Osorio ha dado a conocer su primera convocatoria como técnico de la selección para afrontar los primeros compromisos eliminatorios rumbo a Rusia 2018, frente a El Salvador y Honduras respectivamente en la próxima fecha FIFA.
La realidad es que más allá de gustos y preferencias, sería ridículo juzgar la lista dada a conocer por el técnico colombiano, toda vez que si bien se le ha visto observando jugadores y visitando a los ‘europeos’, la realidad es que se necesita más que una lista, más que un entrenamiento y mucho más que un partido para poder calificar la labor de Osorio.
De hecho, en mi muy humilde opinión, es momento de dejar atrás todos esos juicios hechos previo a su nombramiento. ¿Qué no conoce a fondo el entorno del futbol mexicano? ¿Qué fracasó con el Puebla? ¿Qué no es un técnico reconocido a nivel internacional? Todos pueden ser ciertos o no, sin embargo, no perdamos de vista que estamos ante el inicio de un nuevo comienzo, en el que sin lugar a dudas lo más importante es conseguir los resultados ante El Salvador y Honduras, rivales que, no olvidemos, han sido mucho más complicados de lo esperado en los últimos diez años.
Independientemente de ello, hay que tener mucha serenidad y paciencia sean cual sean los resultados obtenidos, pues digamos que estrenar técnico en la selección es como estrenar romance salido de Tinder. Es decir, puede medio convencernos por su foto de perfil, después de muchos likes y dislikes, llegamos al ‘match’ y ahora llegó el momento de los primeros besos y agarrones. Sin embargo, ¡nadie en su sano juicio podría casarse después de dos partidos ‘amistosos’!
Por lo visto hasta el momento, al señor Osorio le gusta manejarse con bajo perfil, y en sus primeras declaraciones ha invitado a todos los seleccionados a priorizar en el futbol que en la fama, lo cuál sin lugar a dudas es un buen inicio; pero si algo nos han enseñado los últimos procesos mundialistas es que, desgraciadamente, el apoyo y cariño del público es difícil de ganar (no cualquier resultado termina por convencer a todo mundo) y muy fácil de perder, y los mejores ejemplos son sus últimos antecesores: Chepo de la Torre y Miguel Herrera.
Así que desde aquí, la mejor de las suertes para Juan Carlos Osorio, pues me parece, ha llegado el momento de trasladar el éxito que en repetidas ocasiones han tenido las selecciones infantiles, a la mayor. ¡Que así sea!
