Henry Martín: entre grandeza y vulnerabilidad

María del Mar Salinas

Con más de 20 años de experiencia en comunicación estratégica, actualmente se desempeña como coach ejecutivo y de vida, abordando cada situación con empatía y desde diferentes perspectivas.

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María del Mar Salinas

Con más de 20 años de experiencia en comunicación estratégica, actualmente se desempeña como coach ejecutivo y de vida, abordando cada situación con empatía y desde diferentes perspectivas.

El delantero de 32 años ya es uno de los grandes de las Águilas del América, cuarto máximo goleador en la historia del club, capitán, líder en la cancha e ídolo para la afición. Su constancia, disciplina y entrega lo han convertido en un referente de la institución.

Sin embargo, el 2025 ha sido un año lleno de retos para Henry, las lesiones han puesto en duda su continuidad y su fortaleza mental.

Lo que hoy atraviesa es el efecto dominó de una lesión que sufrió en el tendón de Aquiles en marzo de este año y la decisión de no operarse para poder ser llamado a la Selección. Hoy seis meses después, ni Selección, ni cirugía, y sí más lesiones, al parecer, daño colateral de la de marzo.

Cuando un deportista sufre una lesión es como cuando alguien pierde su trabajo, es un quiebre, hay un primer impacto de sorpresa, dolor e incertidumbre con la situación; con una avalancha de pensamientos, generalmente negativos ¿es grave? ¿cuánto tiempo estaré fuera? ¿regresaré al 100? Las emociones más comunes ante una situación como esta son: miedo, frustración, enojo, tristeza, desesperanza. 

Cuando las lesiones se vuelven recurrentes y afectan el rendimiento las emociones se escalan. La desconfianza secuestra a la esperanza, se apodera de la mente y hace que se dude hasta del propio cuerpo, ¿regresaré a ser el mismo goleador? ¿y si regreso y me vuelvo a lesionar? ¿es la edad? 

Es un ataque directo a la identidad. Se entra en una espiral de incertidumbre, donde cualquier posible desenlace lleva su dosis de ansiedad y miedo. 

El impacto emocional que vive Martín es como un duelo similar al que se vive ante cualquier pérdida importante, y para poder salir delante primero hay que reconocer y validar las emociones para que la recuperación sea la adecuada.

Las múltiples lesiones que ha sufrido distorsionan la percepción de sí mismo, la clave para evitar un bloqueo está en fortalecer la confianza. Esto requiere un acompañamiento profesional que convierta a la mente en aliada. 

La resiliencia, la disciplina y la autoconfianza marcarán la diferencia en su proceso de recuperación. Pero no basta con el trabajo individual, es fundamental el apoyo emocional del club, de los compañeros, cuerpo técnico, de la familia.

Si Henry se está cuestionando o lamentando la decisión de no haberse operado en marzo, deberá soltar y aprender a priorizar el bienestar propio por encima de las expectativas o los ideales que lo llevaron a tomar esa decisión.

El delantero debe trabajar la preparación mental con la misma disciplina y conciencia que la recuperación física, a través de visualizaciones, manejo de emociones, resiliencia, paciencia y confianza en el proceso.

Saber que ya es un referente, ya es ídolo, pero sobre todo comprender que parte de lo que define a los grandes es levantarse de las caídas y seguir adelante, aunque el camino haya cambiado.