ALEJANDRO MAYORGA
Cuando el futbol mundial estaba en decadencia por sus tácticas defensivas y una violencia sin control al interior del campo, dos equipos llegaron para salvar al deporte de su ‘inminente muerte’: Brasil, en México 70, y el Ajax de Holanda, a nivel de clubes, de principios de los años 70.
Lo hecho por el cuadro holandés y su Futbol Total, comandado por Johan Cruyff y una pléyade de cracks, sentó las bases para lo que estos últimos años es, por ejemplo, el Barcelona.
Aquel Ajax tuvo su esplendor, pero su decadencia fue rápida. El equipo no tendría en los próximos 20 años una etapa tan gloriosa como la vivida a partir de 1992, con las bases de aquel cuadro dirigido por Rinus Michels y Stefan Kovacs.
A la sombra, a nivel local, del PSV Eindhoven y Feyenoord, y con un leve protagonismo en Europa, el Ajax volvió por sus propios fueros de la mano de Louis van Gaal, quien había sido asistente de Cruyff antes de que éste emigrara al Barcelona, en 1988, y de una camada de jugadores que volvieron a poner el estilo holandés en boca de todos.
El primer gran paso lo dieron ganando la Copa UEFA en 1992, con un plantel donde ya asomaban futbolistas como Edgar Davids, Clarence Seedorf o los gemelos De Boer, a quienes después se les unieron Marc Overmars o Jari Litmanen.
Aquella conquista europea fue la punta de lanza de lo que vendría después. Un equipo imparable que tocó el cenit continental y mundial practicando el mejor futbol del mundo, con el tradicional 4-3-3, el sello de Holanda.
Pero ese equipo no podía estar cimentado sólo en jóvenes; requería un hombre experimentado que los guiara y, así, Van Gaal convenció a Frank Rijkaard para que liderara la ‘revolución infantil’ que tomó a Europa por asalto.
Con el ex jugador del Milan dictando órdenes desde su posición de defensa central, el club rojiblanco conquistó la Liga de Campeones en 1995, venciendo al súper experimentado Milan, de Fabio Capello; además de ganar la Liga local de manera invicta.
Semejantes acontecimientos alertaron a los clubes poderosos del continente que empezaron a mover su maquinaria financiera para fichar ese grupo de jóvenes.
Ese impulso de triunfos alcanzó para lograr un nuevo campeonato de la Eredivisie en 1996 y llegar a otra Final europea, la cual perdieron ante la Juventus.
Y después de ahí, todo se acabó. Los nuevos cracks salieron hacia Ligas más poderosas y lucrativas. La naciente Ley Bosman terminó por darle al traste a equipos como el Ajax, que vieron cómo, sin freno, sus grandes figuras se fueron del club. Incluso, Van Gaal fue parte de ese éxodo, que tuvo como punto final la salida de los De Boer rumbo al Barcelona, en 1998.
Desde aquel 1996, el Ajax no ha vuelto a una Final europea, y hoy día es difícil que regresen aquellos gloriosos años a nivel internacional.
Pero queda en la memoria grupo de chamacos que con su talento y estilo desafiaron al poder establecido en la zona y recuperaron el prestigio de un club que tanto le dio al futbol.




