Santos, Campeón de la Copa Santander Libertadores

| EFE

DANIEL MONTES DE OCA | SAO PAULO, BRASIL
 
"Tri-Campeão, Tri-Campeão, Tri-Campeão”. Casi medio siglo tuvo que esperar el club Santos de Brasil para gritarle al mundo su tercer título de Copa Libertadores. En una Final ardiente, el ‘Peixe’ dio cuenta 2-1 de un Peñarol aguerrido, que literalmente nunca bajó los brazos, pues incluso con el silbatazo que decretó el término del juego, se mantuvo en guardia y algunos de sus jugadores se liaron a golpes con los anfitriones.

El delantero Neymar fue el artista de una obra esculpida con drama, garra y virtuosismo. El ‘11’ local infunde miedo sin el esférico, pero con éste en los pies es un terror y la zaga del ‘Carbonero’ fue incapaz de frenarlo, pese a que por lo menos cinco jugadores charrúas se turnaron para golpearlo, destrozarle el peinado e incluso picarle los ojos.

El Estadio Pacaembú, casa del Santos para esta batalla, fue una auténtica sucursal del cielo, pintada de blanco, con una hinchada entregada que estaba ávida de presenciar un momento histórico. La primera parte careció de lucidez, Peñarol se dedicó a ensuciar el juego con muchas faltas y le apostó al contragolpe o a una jugada aérea para causar daño.

Los brasileños no encontraron el camino, cayeron en la dinámica rival de intentar atacar sin idea ni convicción; por ello, en la grada se respiraba tensión, incertidumbre.

Pero más tardó el Peñarol en regresar al complemento que Neymar en inscribir su nombre en el marcador. En una brillante jugada de Arouca, quien se quitó a varios rivales de encima, sirvió para el ‘11’, que recibió el esférico en el área y definió a primer palo para engañar al guardameta.

Neymar corrió hacia el tiro de esquina, se hincó y elevó los brazos hacia el infinito. Era el principio de la gloria. Santos tomó confianza y entonces sí dio inicio el concierto solista de un club que juega a dos toques, que abre la cancha y golpea de forma letal.

Minutos más tarde, Danilo puso una daga en el cuello de los uruguayos al incursionar por la derecha, gambetear a un rival y sacar un tiro colocado que batió a Sosa. El 2-0 hizo celebrar de más a los brasileños, que no contaban con la garra charrúa que nunca se rinde, y a 10 del final, tras un centro de Estoyanoff que Durval desvió a propia puerta, se acortó la distancia.

El Pacaembú se silenció momentáneamente; las cerca de 40 mil almas brasileñas respiraron angustia incluso con una falla de Neymar que estrelló un balón en el poste en un mano a mano. No hubo más futbol y sí un Campeón, en una contienda que se ensució al final por la impotencia de los futbolistas del Peñarol y que acabó en bronca.
El clímax de esta bacanal se vivió con la presencia de Pelé en el campo y la posterior entrega de la Copa Santander Libertadores a los nuevos monarcas. "Tri-Campeão (1962), Tri-Campeão (1963), Tri-Campeão (2011)”.