El estacionamiento del Estadio Azteca resultó insuficiente para los aficionados que fueron a presenciar la Final de Vuelta.
A las 14:00 se abrieron las rejas y desde ese momento cientos de automóviles comenzaron a ingresar, así como decenas de autobuses tanto de aficionados americanistas como de Tigres. Pero ya para las 15:00 horas, el estacionamiento estaba completamente lleno, al grado de que los carriles designados para el paso de los autos ya estaban cerrados por autos que se estacionaron ahí y sólo dejaron un pequeño espacio para los que requerían moverse.
Aunque estaba designado para vehículos de los aficionados, gran parte fue ocupado por automóviles y camiones de las policía, así como de elementos a caballo, por lo que muchos aficionados tuvieron que recurrir a zonas cercanas para estacionarse.
En tanto, los revendedores no se hicieron esperar, y al rededor del Azteca, e incluso cerca de los accesos, decenas de personas ofrecían entradas para el partido, las cuales iban desde mil a tres mil pesos cada uno, dependiendo la zona.
