EMERSON SIERRA
A la mente de los seguidores de Tigres más longevos viene la nostalgia cada vez que los felinos enfrentan a los Pumas por una sencilla razón: en la temporada 1977-78, los de la UANL fueron campeones por primera vez a costa de los de la UNAM.
El legado que ahora disfrutan los más jóvenes fue heredado por jugadores que hicieron grande a la institución regiomontana, equipo que desde su aparición en Primera División dejó una grata impresión.
Tras cuatro años de sufrimiento, los bengaleses tenían la gloria de frente, por primera vez un equipo regiomontano estaba en la Final, en la Temporada 1977-78, y el rival eran los Pumas plagados de grandes estrellas y dirigidos por Bora Milutinovic.
Sin embargo, para la Gran Final de dicha competencia, los del Pedregal no contaron con Vázquez Ayala, Hugo Sánchez, Leonardo Cuéllar y Enrique López, quienes acudieron al Mundial de Argentina 1978.
En cambio, bajo el comando de Carlos Miloc, los Monstruos Sagrados auriazules conquistaron su primera hazaña, ya que Mateo Bravo, Alejandro Izquierdo, Roberto Gadea, Osvaldo Batocletti, Sergio Orduña, Tomás Boy, Jerónimo Barbadillo y Walter Mategazza inscribieron sus nombres con letras de oro.
El 24 de mayo de 1978 el Estadio Universitario se vestía de gala al recibir su primera Final en el máximo circuito, con una afición que colmó las gradas y tenía ansia de ver a los aguerridos universitarios como monarcas.
Y finalmente el alarido llegó. Walter Mantegazza anotó en dos ocasiones y el marcador final en la Ida favoreció a los regiomontanos por 2-0, teniendo todo servido para coronar la proeza en el Olímpico Universitario.
Tres días después, el 27 de mayo, los norteños salieron de la mano con sus colegas Pumas, pero al final, otro gol de Mantegazza decretó el 3-1 en el global y el primer campeonato en la historia de Tigres y el futbol regiomontano.




