ÁLVARO CRUZ I KARLA UZETA
Los legionarios europeos a principios de la década de los noventa se redujeron a uno, luego de que Hugo Sánchez salió del Real Madrid para incorporarse al América; por lo que Luis García, del Atlético de Madrid, quedó en solitario y como máximo figura de la delantera mexicana en la Selección Nacional.
Su participación en la Copa América tuvo sus altibajos, pues sufrió las inclemencias de no concentrarse al ciento por ciento en el equipo por sus compromisos con los colchoneros.
"Era muy chavo y llevaba un año en el Atlético de Madrid, es más, me pierdo el partido contra Argentina de fase de grupos porque tuve que jugar contra el Zaragoza por el pase a la Recopa, ganamos el tercer lugar, entonces fui y regresé”, explicó el ex atacante.
"Fui suplente un par de ocasiones porque me molesté con Miguel, una situación ventilada por ambas partes donde nos molestamos, él me mandó a la banca, yo me rompí las medias, nos dejamos de hablar tres meses y después volvimos a ser amigos como siempre”.
Por si esto fuera poco, los problemas extracancha estuvieron a punto de impedir la participación del Tricolor en el torneo.
"A Miguel Mejía Barón le pidieron que llevara a otro grupo porque se estaban pidiendo cuestiones respecto al Draft, unas condiciones benéficas para el gremio de jugadores, ahí estábamos varios involucrados, por eso le pedían que llevara otro grupo, pero Miguel (Mejía Barón) fiel a esa categoría, costumbre e ideología de ser muy frontal dijo: yo voy con el grupo que elija, si no, no voy. Viajamos con muchas inquietudes, no conocíamos el torneo, no conocíamos los rivales ni qué dificultad encontraríamos, y de pronto se dieron las cosas”.
Sobre el accionar del equipo en la Copa, Luis explicó cómo vivieron los partidos, pero más allá de los resultados aplaudió la actitud de los jugadores.
"Era un equipo que tenía grandes líderes morales y deportivos, era un equipo que se exigía así mismo, no necesitaban llegar a llamarnos la atención o jalarnos las orejas; era un equipo con experiencia, autocrítico, no se permitía relajaciones internamente, no necesitábamos de ninguna autoridad para adentro jalarnos las orejas mutuamente”, dijo.
Entre bromas, Luis García recuerda aquel momento sin añorarlo: "No soy un tipo de estar apapachando el pasado, pero fui muy afortunado. Fue muy grato y hubo aprendizaje”, indicó.




