El futbol mexicano despide a uno de los jugadores que marcaron una época en la memoria azulcrema. Eduardo Antonio dos Santos, más conocido como Edú, falleció dejando tras de sí un legado que perdura en el recuerdo de los aficionados del Club América.
Llegó al Nido en la temporada 1988-89, procedente del Palmeiras, y rápidamente se ganó un sitio entre las figuras del equipo gracias a su técnica depurada y a su estilo elegante con el balón.

Mediocampista ofensivo de perfil zurdo, Edú se convirtió en pieza clave de aquel América que a finales de los años 80 e inicios de los 90 compartía protagonismo con nombres inolvidables como Zague, Antonio Carlos Santos y Toninho.

Su talento quedó inmortalizado en una jugada que trascendió generaciones. El 16 de junio de 1991, en la semifinal de vuelta del torneo 1990-91 frente a Chivas, Edú controló un balón en la banda derecha tras un largo servicio de Zague y, con naturalidad, ejecutó una rabona perfecta que terminó en la cabeza de Toninho para sellar uno de los goles más emblemáticos en la historia del Clásico Nacional.
“Soy zurdo, es un recurso que tengo desde niño para hacer los pases. La rabona la hice con América en aquella semifinal”, recordaría años después en una entrevista, orgulloso de haber dejado una pincelada única en los anales del futbol mexicano.





