Aaron Hernández estaba destinado a la gloria en la NFL. Con un talento innegable como ala cerrada y jugando para uno de los equipos más prestigiosos de la liga, los New England Patriots, parecía tener el mundo a sus pies. Sin embargo, su historia es un trágico recordatorio de cómo una vida llena de éxito puede derrumbarse por completo, culminando en un encarcelamiento por asesinato y un fatal suicidio.

Una súper estrella de NFL
Nacido en Bristol, Connecticut, Hernández (de ascendencia puertorriqueña e italiana) brilló desde joven en el deporte. Tras una exitosa carrera universitaria en la Universidad de Florida, donde ganó importantes premios y un campeonato nacional, llegó a la NFL en 2010.
Junto a Rob Gronkowski, formó una de las duplas de alas cerradas más temidas de la liga. En 2012, los Patriots lo recompensaron con una extensión de contrato de cerca de 40 millones de dólares, consolidándolo como una figura central en el equipo.

Terrible acto criminal
A pesar de su éxito en el campo, Hernández llevaba una vida paralela marcada por la violencia y los problemas legales. Las grietas se hicieron evidentes en 2013, cuando fue arrestado y despedido de los Patriots apenas dos horas después de que se le acusara del asesinato en primer grado de Odin Lloyd, un jugador de fútbol semiprofesional que salía con la hermana de su prometida.
El juicio por el asesinato de Lloyd duró dos años, y en 2015 fue encontrado culpable y sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Dos años más tarde, en 2017, fue absuelto de un caso separado de doble homicidio ocurrido en 2012. Pero la absolución no cambió su destino: ya estaba condenado de por vida por el crimen de Lloyd.

Muerte trágica en la cárcel, victima del CTE
La madrugada del 19 de abril de 2017, cinco días después de haber sido absuelto de los cargos de doble homicidio, Aaron Hernández fue encontrado muerto por suicidio en su celda. Tenía solo 27 años.
El giro más impactante llegó tras su muerte. El análisis de su cerebro reveló que padecía un caso avanzado de Encefalopatía Traumática Crónica (CTE), una enfermedad degenerativa causada por repetidos traumatismos craneales, común en jugadores de fútbol americano.
Según los expertos, el daño cerebral de Hernández fue catalogado como la forma más grave jamás vista en una persona tan joven. La CTE se asocia directamente con la pérdida de control de los impulsos, la agresión, los cambios de humor y el juicio deteriorado, lo que ha llevado a muchos a especular que su condición cerebral contribuyó a su comportamiento criminal.

La historia de Aaron Hernández sigue siendo una de las más oscuras y complejas en la historia del deporte profesional, un claro ejemplo de una estrella que, a pesar de tenerlo todo, perdió su carrera y su vida en un trágico espiral de violencia




